'El vallenato se está suicidando, y es prudente salvaguardarlo como lo hace este festival', dijo el periodista Daniel Samper durante la inauguración del trigésimo noveno Festival Nacional de Compositores en el municipio de San Juan del Cesar, La Guajira.
El escritor señaló que 'el peligro que acecha al vallenato clásico, al raizal y que suscita la alarma de la Unesco, no viene de afuera, sino de adentro', al referir que la falta de imaginación, el uso de palabras rebuscadas y la extensión de una manta comercial constituyen una amenaza a este género que forjaron los juglares.
Samper, desde la tarima Juancho Rois, habló sobre la colección 100 Años de Vallenatos, grabación especial de cantos, y un libro compartido con Pilar Tafur, hace 20 años. 'Con este puñado de cantos hemos procurado separar lo que es mera imitación sin alma de lo que es auténtico y lleno de emoción, una nueva metáfora. Son las voces de artistas y músicos excepcionales que nos dejaron una herencia de enorme belleza'.
En este sentido hizo un llamado a distinguir entre las voces y los ecos. Es decir, de aquellos cantos de belleza, de referencia y los que revelan su lamentable calidad y su extensión comercial. 'Leandro Díaz, el maestro ciego, lo ha dicho mejor que nadie: para engañar a la gente ponen un poco de ruido, escribiendo el vallenato comercial, porque no han aprendido a cantarlo con poesía, con letras que al final no dicen nada'.
Calificó el nuevo estilo como la creación de falsos sentimentalismos, y calcan las voces que se articularon de manera emocionada. 'Diomedes Díaz nos dejó un testimonio de su transición con Mi primera cana, les confieso que vivo con el temor de que un compositor mediocre se lance en pos de la fama con ‘Mi segundo hilo de plata’; hay que aprender a contar historias. El vallenato es un género narrativo, nació para recoger la crónica lugareña', sostuvo.
Y recordó que se pueden componer historias de amor como 039, de Alejo Durán; sobre el atropello, como la Custodia de Badillo, de Rafael Escalona; de periplos y correrías, de asuntos de la vida cotidiana, como La Cosechita, de Hernando Marín. 'No se trata de fusilar mal aquellas viejas historias rurales de las más auténticas de los primeros juglares, hay que buscar nuevas historias en el ámbito del recuerdo. Ya el vallenato no es una música de la Costa, sino de los colombianos y el exterior', dijo.
El conversatorio
Luego que el alcalde de San Juan del Cesar, Carlos Julio Orozco, oficializara la apertura del Festival Nacional de Compositores, se dio paso en la tarima Juancho Rois a un conversatorio con la moderación del periodista Óscar Montes, en el que, una vez más, los homenajeados defendieron el vallenato raizal.
Pilar Tafur se refirió a la colección 100 Años Vallenatos como un legado de gran importancia, donde se recogen las composiciones más representativas de ese estilo tradicional, entre esos Caño Lindo, de Adriano Salas, el cual fue interpretado en tarima con el acordeón del dos veces rey Julio Rojas.
El compositor Camilo Namén destacó la declaratoria de la Unesco para la salvaguarda del vallenato tradicional. 'Con nuestra cultura estamos protegiendo esta música, para que no se pierda y se fomente su historia. Yo agradezco a los muchachos, a los nuevos compositores, que se preocupen por conservar este estilo. Vamos a salvaguardar lo auténtico'.
El sentimiento hecho canción
La cuna de los compositores de la música vallenata, los mismos autores no solo de este municipio, sino de localidades vecinas como Villanueva y Valledupar, ofrecieron un espectáculo, dando muestra del vallenato tradicional expresando sus sentimientos con sus cantos.
En la tarima cantaron Gustavo Gutiérrez, Isaac Carrillo, Roberto Calderón, Rosendo Romero, Rafael Manjarrez y Luis Egurrola. En voces de sus autores se escucharon en la plaza Santander grandes composiciones como Luna sanjuanera, Camino Largo, Una aventura más, La Cañaguatera, Al final del sendero, entre otros.
Reconocimientos
El evento inaugural también sirvió para entregar reconocimientos a personajes y artistas que han hecho aportes para engrandecer el folclor. Armando Martínez, maestro de ceremonia del Senado, fue el encargado de entregar condecoraciones y distinciones a Carlos Arturo Ariza, educador de San Juan del Cesar por más de cinco décadas; Alberto de Jesús Daza, por su impulso a la música vallenata, y la gran Cruz de Caballero a la dinastía Calderón, recibida por el presidente de la Fundación del Festival de San Juan, Roberto Calderón.
Igualmente, se entregaron pergaminos a los compositores Aurelio Núñez, Marciano Martínez, Franklin Moya, Isaac Carrillo, Deimer Marín, Hernán Urbina y a los desaparecidos Hernando Marín y Máximo Móvil; mientras que a la Fundación del Festival de Compositores le fue entregada la Orden del Congreso, recibida por Roberto Calderón; por su parte Sayco hizo entrega de distinción a Camilo Namén.
La Fundación Festival de Compositores entregó la estatuilla ‘Luna sanjuanera’ al presidente de la Cámara de Representantes, Alfredo De Luque; a Sebastián Londoño, director de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, y al alcalde de San Juan Carlos Julio Orozco.