Compartir:

Mientras Carmelo Quiroz, de la hermandad de Los Nazarenos, repicaba las campanas de la iglesia colonial en el corregimiento Valencia de Jesús, salía del templo, en medio de una multitud, el féretro con el cuerpo de Calixto Ochoa, rumbo al cementerio donde se cumpliría su última voluntad: ser sepultado en su tierra natal, y el vaticinio de Sueño Triste, una de sus canciones: 'El día que muera este negro quedará de luto el Valle…', dice uno de sus estribillos.

Quiroz, con 73 años de edad, dice que 'en Valencia no se había visto un entierro con tanta gente. Calixto era muy querido, además fue uno de los más grandes compositores de la música de Colombia'.

Y así fue

La capilla no dio abasto para recibir a los cientos de seguidores, amigos, familiares, artistas y paisanos del ‘Negro Cali’, como era conocido este juglar. Los alrededores de la capilla fueron habilitados con carpas y pantallas gigantes, para que, quienes no pudieron entrar al templo, siguieran de cerca el homenaje póstumo que se le brindó en el pueblo.

Calixto Ochoa, Rey Vallenato en 1970, fue despedido con lágrimas, canciones y reconocimientos por su vida y obra. Los Niños del Vallenato, de la academia de Andrés ‘el Turco,’ Gil interpretaron frente al ataúd los éxitos Diana y Los Sabanales; su hijo Rolando Ochoa, cantó Escuela de Poder, mientras que uno de sus nietos, que hace parte de la cuarta generación de los Ochoa, entonó los versos de La Plata, temas del extenso repertorio del juglar.