A los 10 años, Samuel Ricaurte empezó a aprender la técnica de la filigrana para elaborar joyas. Hoy tiene 60 y es dueño de uno de los talleres y joyerías más importantes del municipio de Mompox –la Joyería Sam– pero desde que era niño sintió curiosidad por este arte.
'Unos vecinos se dedicaban a la filigrana. Yo los veía y me encantaba, me iba a su taller después del colegio. Primero los ayudaba echándole soplete (instrumento para soldar piezas de metal) a las piezas. Después fui a otros talleres, hasta perfeccionar la técnica', cuenta Ricaurte.
Dice este artesano que aunque los artistas de la filigrana de Mompox están trabajando desde hace muchas décadas en esta técnica, su panorama cambió drásticamente después de 1995, año en que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad a este municipio bolivarense.
Los ojos del mundo empezaron a mirar hacia este territorio y la filigrana inició su camino hacia una mayor notoriedad a escala mundial, hasta cobrar el reconocimiento internacional que hoy en día posee. Los talleres se dinamizaron y los artesanos empezaron a asistir a ferias nacionales como Expoartesanías, lo que, de acuerdo a Ricaurte, los obligó a innovar en los diseños tradicionales.
Sin embargo, al transitar por las calurosas calles de Mompox se percibe que lo clásico sigue reinando en los negocios locales, cuyos aretes y brazaletes dan la impresión de repetirse en serie, mientras que marcas de lujo –que en numerosas ocasiones llevan sus prototipos a este municipio para su elaboración– adhieren cada vez más nuevos elementos a este tipo de accesorios.
El artesano José Wilfrido Amarís trabaja en el taller de la Joyería Kena, propiedad de Oswaldo Herrera.
Tradición e innovación
Las candongas momposinas, los aretes de roseta, tréboles, pescaditos, campanas, tomatillos, caracoles y los campanarios –aretes que según Ricaurte y otros artesanos se hacen cada vez menos por su complejidad–son algunas de las piezas más comunes en el pueblo y también de las más tradicionales.
'En Mompox se producen muchas piezas clásicas porque la gente las pide. Hay muchos artesanos locales que innovamos. En mi taller, por ejemplo, incursionamos en los rosarios con bolitas de filigrana. Lo que sí debo decir es que, de acuerdo a un estudio que se hizo recientemente en el pueblo, la filigrana aún está en pañales y hay mucho por hacer', explica Ricaurte.
Por su parte, Oswaldo Herrera, dueño de la joyería Kena y quien desde hace 39 años elabora joyas en filigrana, dice que en los últimos diez años los creadores de Mompox se han preocupado más por innovar en los diseños. Concuerda con Ricaurte en que las piezas clásicas son aún apetecidas por los compradores, pero que aquellos creadores que solo se dediquen a estas corren el riesgo de quedarse rezagados en la industria.
'Los diseños en filigrana son infinitos. Hay una combinación de todo un poco. El que trabaja solo lo tradicional, se queda. Mi línea de diseño es bastante definida. Tiende mucho a las figuras geométricas, círculos y cuadrados. Incursionamos en la naturaleza, hojas, formas, animales; hacemos diseños con algún tipo de significado, no solo cosas abstractas', expresa.
Comenta también que en sus talleres se producen muchas piezas de diferentes diseñadores y clientes que llegan con sus prototipos, que a su vez son interpretados y llevados a cabo en el municipio.
Pieza de Sonia Heilbron
Piezas de lujo
Sonia Heilbron es caleña y una de las creadoras de joyas más reconocidas a nivel nacional. La incorporación de piedras como los cristales Swarovski es su fuerte. 'Me enamoré de la filigrana viendo los accesorios que mi abuela tenía en esta técnica. Me propuse darla a conocer al mundo y a rescatar esta hermosa técnica modernizándola con los cristales Swarovski. Los orfebres me han permitido incorporar nuevos elementos a mi trabajo', dice Heilbron.
Desde su perspectiva, los artesanos de Mompox 'han mantenido sus diseños tradicionales, los cuales son hermosos y originales, pero también he visto nuevas propuestas más modernas'.
Por su parte, Andrea Jaramillo, quien junto a Mónica Navarrete creó hace dos años la marca Tres Almas, especializada en joyería de lujo, explica que lo que buscan con sus diseños es hacer de la filigrana una prenda para la mujer contemporánea, elaborando figuras con relieve.
Precisamente, los cinco talleres satélite de esta firma están colmados de talento momposino. Uno queda en la propia isla de Santa Cruz de Mompox, y los otros cuatro están repartidos así: tres en Cali y uno en Bogotá. A pesar de los kilómetros de distancia que los separan, además de los diseños, tienen otro factor común: la mayoría de sus artesanos son de la isla de Mompox.
Se transforman desde adentro
La innovación de los diseños, que han dejado de ser los clásicos pescaditos y rosetas para convertirse en intrincadas mariposas de alas detalladas, no es exclusiva de marcas de lujo nacionales.
Desde adentro, tanto Artesanías de Colombia como la Gobernación del Departamento, a través del programa Artesanos de Bolívar, que lidera la Primera Dama Ana Elvira Gómez de Gossaín, han buscado renovar los prototipos de los artesanos desde sus propios talleres, levantados a lo largo de la blanca y cálida Mompox.
La técnica de la filigrana es una de las que se trabajan en la iniciativa de la Gobernación, anclada en trece municipios bolivarenses. Allí, con el 'sueño de rescatar, de dignificar el trabajo artesanal en Bolívar', como lo explica la Primera Dama, lograron darle aires de contemporaneidad al diseño tradicional a partir de sus técnicas ancestrales. Fue así como en el salón Ixel Artesanal, de los Artesanos de Bolívar, en el marco del congreso Ixel Moda (que se realizó en marzo, en Cartagena), una cartera en hilos de plata momposina acaparó todas las miradas por su meticuloso acabado, rompiendo con lo tradicionalmente visto en esta técnica. Su valor superaba los seis millones de pesos.
Asimismo, Artesanías de Colombia promulga la renovación del oficio trabajando con un par de asociaciones de Mompox: Adom (Asociación de Orfebres Momposinos) y Adamom (Asociación de Artesanos Momposinos), que cuentan con maestros artesanos que lideran el proyecto de actualización de diseños.
Desarrollan, cada cierto tiempo, colecciones guiadas bajo la asesoría de diseñadores de Artesanías de Colombia, que le sacan el mejor provecho a los orfebres, como aquella inspirada en los encajes, que incluyó una línea de cartuchos o flor de cala, y otra de uchuvas, aprovechando su capacidad técnica y dándole preponderancia al volumen.
A las esferas mayores han llegado los creadores momposinos y su técnica, como en la Feria ArtBo, de Bogotá, donde nueve cuadros en filigrana, inspirados en la naturaleza, demostraron que el talento de la isla es toda una obra de arte que puede ser lucida o exhibida en cualquier parte del mundo.
En las calles de Mompox
De acuerdo al Ministerio de Cultura, Mompox es el principal centro orfebre del país. La técnica de la filigrana consiste en elaborar joyas con hilos de oro o plata. El material se funde, se convierte en lingotes, luego se procesa en laminas y se separa en hilos con una máquina especializada.
A partir de esto se arman las figruas—a mano—con herramientas como tenacillas. Estas imágenes muestran accesorios que se encuentran en diferentes establecimientos de las calles Mompox. Piezas de la Joyería Sam, la Joyería Magaly (segunda de izquierda a derecha) y de la Joyería Kena (primera de izquierda a derecha), son visibles.
Sus raíces son antiquísimas. La han practicado griegos y en el norte de África. Llegó a Colombia tras la colonización española.