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El Julio Cortázar más desconocido, más melómano y apasionado lo encontró la argentina Karina Wroblewski en unos casetes. Material inédito recopilado, entre otros, de amigos del autor de Rayuela, como Liliana Ecker, o provisto por su propia agente literaria, la recién fallecida Carmen Balcells, es el punto de partida de una radiografía musical de este genio de las letras hispanas, amigo de García Márquez y Vargas Llosa, entre otros grandes de la literatura universal.

Esto lo estoy tocando mañana. Julio Cortázar y la música fue dirigido por Wroblewski el año pasado, en el centenario del natalicio del argentino nacido en Bruselas, Bélgica. En él, no solo habla el escritor, sino que hay un audio de su voz cantante. Incluso, se habla de un documento de audio inédito no encontrado, en el que se escucharían cantando rancheras a Cortázar, García Márquez y Carlos Fuentes, según la periodista argentina.

'En el fondo, siempre he sido un músico fracasado. Y si hubiera podido elegir entre la literatura y la música, hubiera elegido la música', cuenta el autor de Bestiario en un francés de rastro argentino. Y es que el arte sonoro fue el otro gran influenciador de su vida, además de las letras.

'El jazz tradicional sería el cuento, y el Free jazz sería la novela', afirma en una de las grabaciones, en medio de los constantes paralelos entre sus dos pasiones.

Mario Vargas Llosa, a quien conoció en una cena 'en la que me dio la sensación de ser contemporáneos y ya me llevaba 22 años' –dice el peruano–, revela que en el momento en que Cortázar se alojó en París, 'era difícil ser su amigo porque llevaba una vida casi secreta. Decían que tenía un cuarto secreto en su casa y se encerraba ahí con juguetes, a jugar como un niño', contó el Nobel peruano.

El autor de La ciudad y los perros, además, protagoniza una escena única y cómica del documental, en la cual los realizadores lo invitan a escuchar un audio en el que Cortázar asegura que 'hay escritores que no tiene sensibilidad por la música (...), no les gusta, como a Vargas Llosa, y eso no los hace malos escritores', a lo que su colega y amigo responde con una sonrisa, mientras asegura que 'ahí debe estar hablando de Borges, al que sí no le gustaba la música', porque a Vargas Llosa no le gusta el jazz, 'pero la música sí'.