Los fragmentos de la historia que exhibe el Museo Arqueológico de Galapa ya son aptos para todo público. Christian Rada, de 16 años, lo corrobora con sus propias manos. Desliza sus dedos leyendo puntos con el tacto, escritura en braille que acompaña las instalaciones donde se exponen elementos de tradición indígena. Él tiene discapacidad visual, y por primera vez visita un museo que está diseñado a la medida de sus sentidos.
‘Muga sensorial: un espacio para el disfrute de todos’ es la nueva sala del Museo Arqueológico de Galapa, que abrió sus puertas ayer para que Christian y otros 30 niños pudieran interactuar con elementos de la cultura ancestral, desde réplicas de cerámicas indígenas hasta instrumentos antiquísimos.
'Hay algunas simbologías con animales de los indígenas que no conocía', comenta Christian después de la experiencia de tocar detalladamente una vasija con diseños zoomorfos. Ríe y guía la mano de uno de sus compañeros hasta el objeto.
Esa interacción fluida era, precisamente, la finalidad del proyecto que idearon el antropólogo Johnny Meca y el arquitecto Yilmar Urueta: crear un circuito accesible, en el que los elementos tradicionales se complementan con información en braille, maquetas táctiles y otros instrumentos que acercan más el museo a personas con discapacidad visual y auditiva, pero también brindan una experiencia más dinámica a la población general.
'A pesar de no hacer parte de la población con algún tipo de discapacidad, puede disfrutar de este espacio de experimentación y acercamiento a nuestro patrimonio cultural', comenta el antropólogo Meca.
Edgar Polo, educador especial de la Fundación María Elena Restrepo, acompañó a Christian en todo el recorrido, y explica que estimular de forma multisensorial a las personas con reducidas facultades visuales y auditivas aumenta las probabilidades de que retengan más información.
'En el caso de las personas ciegas, ellas se hacen una idea de lo que está a su alrededor a través del tacto', dice, mientras sus estudiantes deambulan por las distintas estaciones de la sala sensorial que tiene segmentos dedicados a cada sentido: tacto con figuras, semillas y objetos cotidianos de las comunidades étnicas; la estación dedicada a la vista contiene muestras de simbología indígena; en la del oído hay ocarinas e instrumentos de viento, además de una fuente de sonido que emite ritmos ancestrales. En la zona dedicada al olfato hay ilustraciones de plantas medicinales y unos contenedores con hojas y cortezas de árboles que se utilizan en la medicina tradicional.
Este proyecto obtuvo el reconocimiento y el apoyo del Ministerio de Cultura entre 300 propuestas evaluadas a nivel nacional, en la convocatoria de Becas a proyectos de accesibilidad para población con discapacidad en las entidades museales. Para Deyana Acosta Madiedo, secretaria Departamental de Cultura, estas iniciativas motivan a la población a 'palpar el museo', tal como lo hizo Christian en el Muga. 'El objetivo es más cultura, más paz. Para eso se necesita una cultura incluyente', concluye.