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Con una fuerte descarga de salsa arranca hoy el festival de jazz de Barranquilla, Barranquijazz, en su décimo novena edición, que se extenderá hasta el domingo.

El encuentro musical contará en esta oportunidad con presentaciones de grandes exponentes del género que fue, originalmente, rey de la fusión. Ismael Miranda, Adalberto Santiago, los Titanes del Trombón, el pianista Danilo Pérez y el trombonista Raúl de Souza son algunos de los invitados que conforman la nómina salsera.

Samuel Minski, director de Barranquillaz, cuenta que, este año, el festival estará inundado de salsa porque quisieron 'dejar atrás un poco el jazz tradicional de los Estados Unidos para traer a la ciudad el jazz hecho en América Latina', que es realizado a base de 'combinaciones interesantes'.

'Quisimos traer en esta oportunidad diversidad de sonidos. Muchos estarán basados en fusiones entre lo tradicional y lo innovador, para que no solo se aprecie la música, sino también el baile', enfatizó Minski.

Otra de las apuestas musicales de este festival de jazz, es el reconocido trompetista, compositor y productor puertorriqueño Luis ‘Perico’ Ortiz, integrante de La Fania All Star desde 1970, y una de las estrellas que estará en el homenaje a este agrupación insigne de la salsa, el próximo sábado en el salón Jumbo del Country Club.

EL HERALDO habló con este ícono de la salsa latinoamericana –de las últimas tres décadas–, quien contó experiencias y anectotas que le han dejado estos 61 años de vida artística.

¿Cómo fue su inmersión a tan corta edad (21 años), en La Fania All Stars?

En 1970 empecé a viajar mucho con la agrupación Mongo Santamaría. En uno de esos viajes, visitamos el Yankee Stadium de Nueva York –donde se estaba grabando la película Salsa–. Ese día conocí a Jerry Masucci y a Johnny Pacheco, quienes me dan la oportunidad de comenzar a trabajar con grandes artistas, y empezar a perfilarme como productor y arreglista.

Para usted, ¿qué hizo destacar a la naciente Fania ante las orquestas salseras ya establecidas?

Fuimos un equipo de jóvenes con muchas inquietudes, pero también con bastantes propuestas. Cuando iniciamos, el mambo era el género que estaba pegando fuerte, dirigido por Tito Puente y Machito Rodríguez, pero nosotros llegamos con una nueva propuesta urbana más intensa y refrescante. Escribimos una nueva página dentro de la música tropical.

¿Cuál fue la razón que impulsó la unión de los artistas latinoamericanos?

La necesidad inmensa de contar nuestras historias. La salsa se convirtió en el megáfono para expresar el sentir y las necesidades de millones de latinos que abandonaron su patria para ir a Nueva York, y encontrarse allá con otra serie de problemas, como la discriminación. Era una especie de clamor musical.

¿Por qué está tan enmarcado el rechazo de los salseros clásicos hacia el género romántico?

La salsa romántica no es de mi gusto. En ella se olvidaron del bailador, y la música nace de él. Si un género no se puede bailar, no hay música.

¿Cómo se logra mezclar ese género clásico, como lo es el jazz, con la salsa?

La salsa urbana, que yo represento, viene con un condimento muy fuerte, que es el elemento armónico del jazz. De allí es de donde viene la definición de la salsa; esta se manifiesta con la parte armónica del jazz tradicional americano, junto con la esencia rítmica de África y Suramérica. Este año, Barranquillaz trae una propuesta muy interesante: una tarima de jazz, pero con el elemento de una trompeta latina.

¿Cómo ve la salsa actualmente?

Veo unas propuestas muy interesantes, como nosotros las tuvimos hace 50 años. Pero hay un renacer, una nueva percepción de cómo se tiene que escuchar, cantar y bailar la salsa. Algo muy bonito dentro de eso es que los muchachos que hacen música ahora están en la búsqueda de quiénes fuimos nosotros, y de ahí parten para hacer nuevas propuestas.

¿Cuál es el ingrediente de la música de La Fania que la hace seguir vigente hasta este tiempo?

Es la conexión directa con el pueblo. Nosotros pedíamos que, a donde llegáramos, nuestros ensayos fueran abiertos. La gente se sentaba con nosotros y compartían. Hacíamos todos juntos una gran fiesta, y esa conexión personal y musical aún sigue intacta. Esa conexión fue el gran éxito de ese monumental equipo de trabajo que se llamó La Fania.