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El hielo en Barranquilla suele tener forma, colores y muchos sabores. Lo que al principio parece nieve se transforma en 10 segundos en una montaña fría multicolor con sabor a cola, chicle, maracuyá, tamarindo y hasta mora.

Es un símbolo costeño que hace parte de la idiosincrasia regional que, a pesar de múltiples competidores, hasta ahora sigue vigente en la región Caribe.

El raspao es elaborado a base de hielo y esencias. Hoy, su presentación puede incluir bolitas de colores, leche en polvo o leche condensada, según el consumidor lo desee.

Adonais Camargo es vendedor de raspao desde hace 25 años y cuenta que la renovación del producto en fondo y forma, a pesar de no ser extrema, se da por la necesidad de corresponder a las exigencias de la demanda. 'Yo le agregué bolitas de colores y leche en polvo porque eso es lo que le gusta a los jóvenes', dice Camargo.

En la puerta de cada colegio se observa un carrito con envases de vidrio o botellas plásticas con esencias de frutas o artificiales, alrededor de una máquina artesanal para raspar o moler cubos de hielo, que serán el relleno de un vaso plástico adornado con diferentes elementos, y que se consume con un pitillo.

Pese a la creación de nuevos alimentos y la reñida competencia con los helados, el raspao no deja de ser el preferido por los niños, jóvenes y adultos que visitan o transitan por cualquier calle de Barranquilla, y se tropiezan con estas variedades. 'El raspao refresca y es sabroso', explica Jean Carlo Zárate, estudiante de la Institución Educativa San José.

Con una sola mano

Aunque el polio que sufrió Gregorio Enrique cuando tenía dos años le cambió la vida, no fue impedimento para trabajar en lo que heredaría de su padre, la venta de raspao. La inmovilidad en su mano derecha ha provocado que Gregorio se desenvuelva en sus actividades diarias con una sola de sus extremidades superiores.

'Yo pongo el hielo en la máquina con la izquierda, doy vueltas a la palanca, saco el vaso y lo pongo en la mesa con la misma mano. Luego, con mi codo sostengo el vaso mientras echo el hielo, y ya listo abro la esencia y se la aplico también con una sola mano', explica el vendedor de raspao.

La básica preparación del producto resalta la sencillez de su vendedor. No se hace necesario tener características especiales para elaborar el ‘postre’ preferido por los transeúntes, o tal vez sí. 'El amor es la base de todo. Yo quiero a mi carrito como si fuera mi esposa', comenta entre risas Norberto Niño, al lado de su evolucionado móvil.

El carrito

Lo que empezaría siendo una carreta con un bloque de hielo para ‘cepillar’ pasó a ser un carrito de madera con una máquina para ‘raspar’ hielo. En la actualidad es un carro más lujoso de aluminio con máquina para raspar y refractarias con filtros que permiten la salida de la esencia que vestirá de color a la pequeña montaña de nieve.

Un proceso estructural que se acomoda a los estándares de la modernidad.

Está en la alta cocina

Este producto artesanal, desde su concepción, ha logrado entrar a los menús de reconocidos chefs como Álex Quessep. 'El raspao es sinónimo de alegría. Incluí como uno de mis postres el de sabor a mango', dice el cocinero investigador.

Lo cierto es que el raspao, de alta cocina o no, es un símbolo de exportación que reúne las características de la cultura y tradición costeña.

Festival del Raspao

Hoy, a partir del mediodía, se realizará el primer Festival del Raspao, que tendrá lugar en el Parque Marcos Valencia, del municipio de Malambo. En el evento, que reúne a los vendedores del producto a nivel local, será homenajeado Eusebio Anguila, uno de los primeros vendedores de raspao.