La tragedia del 24 de abril de 1935 en el aeropuerto Las Playas de Medellín (hoy Olaya Herrera), en la que muere Carlos Gardel, cogió a su madre, Berthe Gardes, en Toulousse (Francia), donde visitaba a familiares. Su primera reacción al enterarse de la fatal noticia fue recogida por la agencia de noticias AP, y publicada por la prensa mundial. Tuvo el tono de regaño de una madre, a la pilatuna de su hijo. 'Él le temía a los viajes en avión. Yo le advertí el peligro de los vuelos, por qué no me hizo caso. Él me obedecía, alguien lo tuvo que haberlo obligado. Ya tenía previsto retirarse de la vida artística'.
A principios del siglo veinte la aviación comercial no tenía gran auge, y el medio de transporte más utilizado eran los barcos.
En el que sería el último día de su vida, Carlos Gardel y su comitiva llegaron a Medellín a las 2:26 de la tarde procedentes de Bogotá. Era lunes. Viajaban en un avión trimotor Ford F-31 de la aerolínea Saco (colombiana), al mando de Ernesto Samper Mendoza, socio de la empresa y uno de los pilotos de más prestigio en el país. El destino del artista era Cali, donde iba a cantar. En Medellín se hacía una escala técnica obligada para recargar combustible, y tener mayor potencia al momento de superar las altas montañas de la ruta. En tierra Gardel permaneció unos 15 minutos en los que fumó y dialogó con fanes que lo reconocieron.
A las 2:45 abordó de nuevo la nave para reanudar el viaje. El aparato comenzó a carretear, y según las noticias de la época un viento súbito lo lanzó contra un avión Ford F-11 de la aerolínea colombo-alemana Scadta, que esperaba estacionado el despegue de este para decolar. El aparato era también un trimotor bautizado como ‘Manizales’, y lo piloteaba el norteamericano Hans Thoms.
Las naves chocaron y se desató un incendio infernal. El saldo fue de 19 muertos. El cuerpo de Carlos Gardel quedó calcinado, lo reconocieron por la plaqueta de un llavero de oro que llevaba grabado su nombre y su dirección: ‘Juan Juares 375 Buenos Aires’.
Irónicamente a su lado hallaron las partituras de la canción Cuesta abajo, los rollos de su película Payasadas de la vida, una guitarra y una maleta con 15 mil pesos. Todo ligeramente chamuscado. La muerte de Carlos Gardel causó mucho impacto y dolor en todo el mundo. Un cable de AP dio cuenta del suicido en San Juan de Puerto Rico de la joven boricua Suncha Gallardo, quien ingirió un veneno al enterarse de lo que le había ocurrido a su ídolo.
El duelo ante semejante perdida se mantuvo por mucho tiempo, e incluso en la actualidad los que aún conservan su memoria afirman categóricamente que tras su muerte el tango no ha dado un mejor representante que Carlos Gardel. Ninguno ha podido superarlo.
Leyendas e incidentes
Entre las leyendas que se tejieron alrededor de la muerte de Carlos Gardel está la que supone que el accidente fue provocado por el piloto Samper de la Saco, que alimentando una rivalidad con Scadta, su competencia, quiso hacerle una maniobra de riesgo; pero en aquella provocación no pudo controlar la nave y se produjo la colisión. Durante su permanencia en Bogotá, días previos a su viaje final a Medellín, Gardel fue protagonista de dos incidentes que acapararon la atención de la prensa y se convirtieron en noticia. El 14 de junio, cuando entraba al teatro Real, la víspera de su debut, en medio de un tumulto que lo ovacionaba un ladrón le robó la cartera que contenía 2 mil dólares, cheques y su pasaporte. El 19 de junio Carlos Gardel fue multado con $40 por violar la prohibición de circular en automóvil por la calle Real, en Bogotá.