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Sentado en una silla plástica, un señor de unos 50 años menea la cintura y agita los brazos al ritmo de Baba coroco, éxito inmortalizado en las voces de Richie Ray & Bobby Cruz. Entre tanto, en una mesa contigua, una mujer que no pasa de los 30 saborea un Bon bon bum al compás de la música.

A ella no le importa no tener parejo. En cuanto 'ponen' la canción Por ella, de Tommy Olivella, se levanta a bailar, mientras corea la que parece ser una de sus canciones favoritas: 'Que nunca sepa el amor que sentimos, que nunca sepa que estamos perdidos, por ella… por ella'.

Este es el ambiente que, entradas las 9 de la noche, disfrutan cerca de 400 personas en La Estación, una plaza de cerveza ubicada en la carrera 8 con calle 35 esquina, en uno de los sectores más rumberos de Barranquilla.

'Guaguanco callejero, de Guayacán Orquesta, y Nos vamos a bailar el son, de Junior González, están en la lista de canciones que más nos solicitan', manifiesta Nilson Fontalvo, que tiene 8 años trabajando en La Estación.

Desde una cabina ubicada a un costado del salón, Nilson Fontalvo programa gran variedad de temas salseros, gracias a los cerca de 4 mil LPs que La Estación ha ido adquiriendo con el pasar de los años.

Continúa el goce

Zumbale, de Henry Fiol, nos recibe en La Troja, cuando faltan 5 minutos para que el reloj marque las 10 de la noche. De esta esquina de la carrera 44 con calle 74, el sonido traspasa las ‘paredes’ y contagia a quienes transitan por la zona.

El mismo Edwin Madera, propietario del establecimiento, anima a los alrededor de 500 ‘trojeros’ que disfrutan de los sonidos salseros de ayer y hoy. Toma el micrófono y presenta a Saulo Sánchez, un sonero que, de acuerdo con su relato, tuvo una prometedora carrera musical a principios de los 80, que se vio truncada por las drogas.

Saulo, que dice ya estar recuperado, complace a los clientes con la melodía de La palomita, acompañado por la pista de la canción original de fondo.

Un hombre de pantaloneta y franela se para a ‘tirar pases’. Jorge Luis Ramírez Ponce es el típico barranquillero arrebatao’. Es contemporáneo con La Troja, que el otro año cumplirá medio siglo. Frecuenta el sitio desde que cumplió la mayoría de edad, cuando este estaba ubicado en otro punto de la ciudad.

Hoy día, llega con sus familiares y amigos para gozar al ritmo de Descarga caliente, Verano en Nueva York y otros de sus temas preferidos, que pide cada 15 días, cuando 'religiosamente' acostumbra a ‘trojear’.

Salsa y sabor

Hay quienes prefieren un ambiente más íntimo. Para ellos, Cachao es el lugar ideal, donde se combina la rumba con la gastronomía. Cuando comienza la noche, el sitio es frecuentado por comensales que se deleitan con las recetas de la carta presentada, mientras se ‘saborean’ con los sonidos salseros.

De acuerdo con el administrador, Daniel De Alzaga, dicha carta está encaminada en los ingredientes más típicos de la cocina cubana, como el fríjol caraota, la ropita vieja (carne desmechada), los patacones y la comida de mar, acompañados de cocteles y otros licores.

Pero ya son casi las 11 de la noche y los timbales empiezan a ‘prender motores’ para una nueva tanda de música en vivo, que protagonizan los seis integrantes de la orquesta con nombre homónimo a este establecimiento, ubicado en la carrera 52 con calle 80.

Una pareja decide animarse a salir a la bailar. En el momento que se acaba la canción, regresan a sus puestos, pero El preso, de Fruko y Sus Tesos, los invita a volver a la pista y alienta a otra pareja a levantarse. Desde sus mesas, otro par de parejas observan y resuelven abandonar sus lugares y, en poco tiempo, la pista comienza a llenarse de amantes de los ritmos cubanos.

No se pierda de vivir una noche de ‘salsa y control’, como aquella canción en las voces de los hermanos Lebrón, y rumbee con los sones tropicales, sin excederse en los tragos.