A Beatriz Camacho la quieren. Los que saben de moda y los que no también.
Ayer volvió a enamorarlos a todos. A quienes aprecian la impecabilidad de su trabajo siempre sofisticado, sobrio y muy femenino, y a los que conocen su carisma, su sencillez y desenfado.
Ella lo sabe, lo siente y lo agradece, aunque sea asomándose tímidamente al fondo del escenario de Plaza Mayor en Colombiamoda porque 'yo no soy modelo y las modelos son las que tienen que salir en la pasarela'.
Anoche materializó, a la luz de los asistentes a la feria de moda más concurrida del país, la travesía por el océano Pacífico en Oceanía donde se inspiró en la cultura étnica de Polinesia y Nueva Guinea. Una meta que se había propuesto meses atrás cuando decidió participar por vigésima cuarta vez consecutiva en la feria que la apoyó en sus inicios y de la que se considera hija.
Con una puesta en escena que recreaba el ambiente exótico de esa cultura, un gigantesco fondo pintando con figuras tribales y una banca a lo largo de la pasarela, que sirvió para que las espigadas modelos posaran sentadas, la colección de Beatriz Camacho llenó la noche de colores tierra, de lilas, gamas de verde y ladrillo.
Las siluetas retro mostraron mucho volumen, que como la creadora dice 'le da gracia a la mujer', estampados tribales y plumas que jugaron con 'telas con base de piña, sedas, algodones y tules bordados'. Propuestas cercanas porque 'siempre antes de hacer algo pienso quién se lo va a poner, cuándo se lo va a poner, para qué se lo va a poner y si lo puede comprar'.
Entre los accesorios, un complemento que nunca olvida, sobresalieron las carteras y collares de plumas, herrajes fuertes, trenzas tejidas en metal y bordados.
En el cierre, con You’re the first, the last, my everything un clásico de Barry White, Beatriz logró arrancarle nuevamente aplausos sostenidos al público que la acompañó. Ella, que pensó en hacer una pasarela con sentimiento, con emoción sintió que lo logró. 'Yo creo que la gente se movió, se llevó un recuerdo muy especial de este momento'.