Era un trabajo no muy agotador que le derivaba los ingresos económicos suficientes para comer, vestirse, transportarse, darse algunos lujos y ayudar a su familia. Pero estaba distante de llenarle el espíritu de felicidad.
'Y no es que fuera infeliz –aclara con su inconfundible acento paisa-. Lo que acontecía en aquellos momentos era que yo quería ser actor y nada más. Ese era el sueño de toda mi vida'.
Un buen día de mediados de la primera década del presente siglo se trasladó hacia Tocancipá, municipio de Cundinamarca ubicado a 20 kilómetros al norte de Bogotá, para realizar unos trabajos de instalación de redes de acueducto.
'Esto no va más conmigo', reflexionó para sí, y como Santiago, el joven pastor de El alquimista, de Paulo Coehlo, salió en busca de su leyenda personal.
¿Dejó todo tirado?
Literalmente, sí. Me llené de valor y salí en busca de mi leyenda personal, que no es otra cosa que la bendición que Dios escogió para cada uno de nosotros, aquí en la tierra.
¿Y sí cree en eso?
Por supuesto. Toda persona que realiza aquello que le entusiasma está cumpliendo con su leyenda personal. Lo que pasa es que no todas las personas se atreven, siquiera, a intentar transformar sus sueños en realidad. En ese sentido estoy en total acuerdo con Paulo Coelho cuando dice que solo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar
Pero eso no es tarea fácil dejar todo para ir en pos de la leyenda personal…
Así es, hermano. Esto no es sencillo, pero ahí radica el encanto de la búsqueda. La ruta que nos lleva a la leyenda personal de cada ser es individual, con dificultades y duras pruebas. Es preciso tener convicción, ser constante, tener enjundia y un corazón de guerrero. Solo así se logra la trascendencia.
¿Y qué fue lo primero que hizo para iniciar la senda hacia el mundo de la actuación?
Me trasladé a Bogotá, donde un amigo me dio alojamiento, y me matriculé en la escuela de actuación del Teatro Libre. Más rápido de lo que esperaba se me fueron abriendo las puertas. Empecé haciendo papeles menores en las series Así es la vida e historias de hombres solo para mujeres.
¿Cuál fue su primera participación de largo aliento en una producción de tv?
Fue en ‘Juegos prohibidos’, telenovela emitida en 2005, producida por Teleset para el Canal RCN. Hice el papel de Walter, un empresario cartagenero. La novela cosechó exitos no solo en Colombia, sino en varios países como Brasil, Argentina y Chile. En Colombia se repitió después en 2012.
¿Con cuál de las actuaciones que ha realizado se queda?
Bueno, creo que esa respuesta la darían mejor los televidentes. Sé que me recuerdan por mi papel del profesor Mariño, en ‘Sin tetas no hay paraíso’, por el de Adolfo Aguilar, en ‘El cartel de los sapos’, por el del teniente Enrique Espinosa, en ‘Corazones blindados’, por el de Pablo Escobar, joven, en ‘El patrón del mal’ y por el Pipe Daza en ‘Chepe Fortuna’ y Casa de reinas’. Ahora espero que estén disfrutando mi personificación de Leonelo Álvarez, en ‘El día de la suerte’.
Hablemos de este personaje, una gran imitación de Leonel Álvarez...
Bueno, Leonelo Álvarez solo se parece a Leonel Álvarez en lo físico y en algunas expresiones, nada más. Espero que Leonel no se moleste por este papel que se hizo con mucho cariño y mucho respeto. Además, en esta serie la vida del personaje no tiene nada que ver con la vida del futbolista.
¿Cuál es tu plato favorito?
La comida de mar.
¿La canción que más te gusta?
Tengo varias. Pero en estos días me llega más ‘El día de la suerte’, de Héctor Lavoe.
¿A qué le teme?
A la ira de Dios.
¿Qué le causa risa?
La colombianidad. Vivimos en un país ingenioso, generador de alegría, de risa, que le saca humor a todo.
¿Una película?
‘En busca de la felicidad’, con Will Smith.
Por FAUSTO PÉREZ VILLARREAL
Redacción AL DÍA