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Desde que era niña a Jessi Velandia Carvajal le llamaban la atención los videojuegos a pesar de que nunca tuvo una consola.

A medida que crecía empezó a sentir curiosidad por el universo que se escondía detrás de estas obras electrónicas con gráficos vibrantes e interminables tipos de narrativas. Fue así como años más tarde, en su computador, descubrió los juegos indies que exacerbaron esa inquietud por desmitificar los videojuegos, adentrarse en ellos y comprender de qué estaban hechos.

'Nadie me pudo quitar esta incertidumbre de la cabeza así que busqué muchas formas para educarme al respecto', señala Jessi, de 22 años, quien se dedica al trabajo del arte de los videojuegos, aunque en los últimos meses se ha enfocado al diseño de personajes en 3D.

Algo similar pasó con Nataly Riaño, una barranquillera de 23 años que creció viendo a su padre jugar Doom, Super Mario 64 y Crash Bandicoot. Curiosamente, cuando le prestaba el control ambos compartían una conexión en común, viajaban y, al igual que sus personajes, cumplían misiones, descubrían mundos recorriendo sitios inhóspitos y civilizaciones.

'Le pedía que me dejara jugar y le encantaba porque él siempre ha sido un apasionado por los videojuegos. Gracias a ese tipo de aventuras que me empezaron a proporcionar los videojuegos comencé a tener claro, desde los nueve años, que quería dedicarme a contar historias y transmitir experiencias, básicamente llevar al espectador a una montaña rusa de sentimientos'.

Sara Luna, por su parte, se inició en los videojuegos de una forma un poco diferente a sus compañeras. Esta joven voleibolista, que en ese momento pertenecía a la Liga de Bogotá, sufrió una lesión que la apartó de las canchas.

Para ella 'no competir' era difícil, entonces mientras se recuperaba conoció League of Legends, un juego que capturó su atención y le devolvió la adrenalina de la competencia.

'Ese juego tenía una escena competitiva. En ese tiempo no tenía equipos profesionales y había torneos todo el tiempo. Eso me enganchó'.

Sara es estudiante de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Nacional. Se considera una 'jugadora exploradora' a la que le gusta conocer su entorno y descubrir nuevos espacios, por lo que la línea narrativa y argumental es lo suyo. Dice que los videojuegos empezaron siendo 'un escape de la realidad de su lesión'. Más tarde se volvieron 'el vehículo' con el que logró conquistar apasionantes proyectos que no imaginaba.

'Estoy preparando un proyecto de enseñanza de una segunda lengua a partir de procesos lúdicos. Me estoy basando en un juego que se llama Carmen Sandiego para hacer una metodología en la que se trabaje el inglés como segunda lengua. Me tiene muy contenta ver que puedo utilizar los videojuegos para cosas de la vida', dice.

Jessi, Nataly y Sara transgredieron la línea de ser videojugadoras a trabajar en la creación y el desarrollo de una industria que en 2019 movió 148.8 mil millones de dólares, según Newzoo, una firma de inteligencia que analiza el comportamiento de E-sports y videojuegos en el mundo.

Según estimaciones citadas por Forbes México la industria seguirá creciendo durante los siguientes tres años. La investigación destacó que en 2020 las ganancias crecerían un 7.8% —más de 160 mil millones USD— aunque las cifras post pandemia no están del todo definidas.

‘Women Game Jam’

'En Colombia solo el 5% de las mujeres hace parte de la industria de los videojuegos', explica Sandra Castro, directora de Tan Grande y Jugando, firma organizadora del ‘Women Game Jam’ en Colombia, un encuentro que busca estimular la participación de las mujeres en la industria de los videojuegos.

'Tenemos una deuda para que ellas hagan parte de esta industria. No se trata de que dentro de los estudios haya barreras. Más bien existen muchos miedos al respecto. Me refiero a que cuando estas empresas están buscando un perfil de generalista, de 10 hojas de vida que recibe solo una es mujer. En cargos más especializados de cien hojas de vida solo una es mujer, es decir, las mujeres no hacemos parte de la industria porque pensamos que no es un campo para nosotras y claro que sí lo es', manifiesta.

El evento, que cuenta con el apoyo de la Secretaría de las Tics en el Atlántico, es una hackatón, una especie de maratón de desarrollo de videojuegos en el que se conforman equipos de artistas, diseñadores, desarrolladores, animadores y otros profesionales para crear un videojuego en 48 horas. El evento se llevará a cabo de forma simultánea en Argentina, Brasil, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, México y Perú.

Esta segunda edición que se inicia hoy, y tuvo lugar por primera vez en el país en Bogotá en 2019, se llevará a cabo de forma virtual por la emergencia sanitaria. Los juegos desarrollados por las participantes podrán ser entregados hasta el 30 de agosto.

Ana María Castro, de 23 años, es ingeniera de Artes Digitales con énfasis en videojuegos. En la actualidad trabaja como desarrolladora de videojuegos para la empresa colombiana Virtual Plant del grupo INGCO S.A.S. Para ella es importante 'incentivar una mayor participación de las mujeres en la industria para que se conozcan entre sí y se rompa la brecha de género dentro de un entorno amigable'. Asegura también que en estos espacios hay un 'intercambio de experiencias entre principiantes y personas con trayectoria'.

'Creo que en el medio del desarrollo de videojuegos hay toda una diversidad de personas capaces de sobresalir por sus habilidades y capacidades. Ahora bien, no me cabe duda de que existen muchas mujeres que por timidez o miedo de demostrar sus conocimientos no han sobresalido en este campo. El Women Game Jam es la oportunidad perfecta para empezar. Lo ideal es participar en espacios mixtos de desarrollo de videojuegos, una industria segura para ellas, donde en definitiva, hace falta contar sus historias'.

El Atlántico

En el departamento poco a poco se ha ido creando un entorno laboral relacionado con la animación y los videojuegos. Empresas como Killa Soft o Rival Arts Studio son algunas de las entidades que han crecido a partir de la dinamización de esta industria todavía incipiente en el Caribe.

Nataly Riaño, habitante del barrio Las Trinitarias, de Soledad, es una de las pocas mujeres en el departamento que se ha dedicado a explorar estos espacios. En la actualidad trabaja en la coordinación del Vivelab Atlántico de la Universidad del Atlántico, en la Universidad de la Costa como diseñadora de Videojuegos y en otras compañías como creativa freelance.

'El sector de los videojuegos se ha considerado una industria dominada por hombres y si bien la proporción de mujeres y hombres sigue siendo desproporcionadamente desequilibrada, poco a poco hemos visto cómo las mujeres se han incorporado en esta industria. Las mujeres piensan de manera diferente que los hombres, por lo que ofrecen más ideas e invenciones a un mercado global. Podemos ver una diversidad en el pensamiento y la creación, lo que nos ofrece una mayor competencia e innovación en esta industria. Hace unos días se realizó la presentación de Indie World de Nintendo y fue muy grato ver a tantas mujeres en puestos de liderazgo presentando videojuegos impresionantes'.