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Frenetismo, locura y acción. La dosis principal de Borderlands nunca cambia y su desarrollador, Gearbox, sabe cómo sacarle provecho. Regresar al yermo después de Borderlands 2 y Borderlands The Presequel es un lujo que llega a todas las consolas de videojuegos. Los tiroteos, las armas bizarras y el humor barato vuelven junto a los héroes, los Buscadores de la Cámara, en una nueva misión —o varias— para salvar al mundo.

Después de cientos de horas de juego en las entregas anteriores, Borderlands 3 se refresca con un mejorado apartado visual, que no deja de lado su tradicional estilo caricaturesco, y con muchas más armas para derrotar a enemigos más fuertes y diversos. De la mano de los héroes, que son matones y bandidos al mismo tiempo, los jugadores tienen nuevamente la posibilidad de destrozar todo un universo por una buena causa, al mismo tiempo que recorren decenas de dimensiones nuevas y contextos desconocidos.

Además, acompañado de su humor simple, que hace referencia a muchos chistes de internet o de la cultura pop, Gearbox le apostó una vez más a misiones curiosas y divertidas, pero que no dejan de ser repetitivas y —en cierto punto— desgastantes. Aunque, para los más fanáticos y amantes del género, esta es la verdadera magia de Borderlands, un videojuego para desestresarse y perderse en medio de la lluvia de balas.

Los cuatro protagonistas de esta tercera entrega son Moze, la soldado; Zane, el comando; Amara, la sirena y Fl4k, el domador de bestias. Cada uno de ellos, según promete la información previa del videojuego, será completamente personalizable, lo que garantiza, en teoría, un centenar de horas de rejugabilidad. Esto, teniendo en cuenta que jugar con cada uno de estos personajes es una experiencia diferente.