La más reciente fusión-actualización de privacidad de Facebook y WhatsApp me llevó de inmediato a recordar una de las primeras frases que aprendí sobre la prudencia y la privacidad: 'uno es esclavo de lo que habla y amo de lo que calla' y seguramente no hay nada más cierto que eso. Traída a un mundo móvil, sería algo como 'uno es esclavo de lo que publica, comparte, stalkea, lee, de lo que le envían y de las aplicaciones que descarga', lo privado entonces queda prácticamente reducido al mundo no virtual y, sobre todo, no móvil.
Con la democratización de la tecnología llegó también la injerencia de las grandes firmas que manejan flujos de información que les permiten hacer ofertas asertivas con cada usuario. No es una coincidencia que gigantes como Google sigan lanzando servicios para pymes y usuarios finales, de cara a búsquedas, publicidad, correos electrónicos, teléfonos móviles corriendo sobre una plataforma (Android) que fue creada por la firma que domina la web, equipos para monitorear la salud y los entrenamientos deportivos y software para manejar casas inteligentes (de las neveras a las cerraduras, pasando por luces, cámaras, etc.). No hay un ámbito de la vida que no medien, del escritorio al móvil siguen cada uno de sus pasos, literalmente.
Y si el mundo hasta ahí no era lo suficientemente aterrador en términos de la presencia de un 'gran hermano', la expansión de Facebook ha terminado también con los límites de la privacidad en términos sociales. La firma de Zuckerberg, uno de los genios del Silicon Valley se ha expandido a través de compras: se quedó con Instagram, el rey de las fotografías y la plataforma que ha sido pionera en la publicidad vía imágenes y videos cortos; compró Whatsapp, el servicio de mensajería instantánea más usado del mundo; lanzó estrategias con internet.org para llevar sus servicios a las poblaciones con menor penetración de internet y hasta tiene versiones 'free' para conectar a los que no tienen planes de datos.
Ahora, con la última actualización de los términos de privacidad, toda la información de su actividad por Facebook y en Whatsapp se va a cruzar en bases de datos que permitirán a esta firma saber usted con quién habla, con qué frecuencia, en qué sitios se chequea, a qué lugares viaje, con qué personas sale. Su teléfono lo conoce más de lo que usted mismo se conoce y ahora Facebook tendrá toda esa información. Con un nivel de penetración tan alto en la vida privada de las personas, las posibilidades de crear negocios que en realidad lleguen al público objetivo son infinitas. Los negocios digitales han dado el siguiente paso.
Con estas modificaciones los grandes ganadores son entonces las empresas y los gurús del marketing digital y los perdedores, los usuarios, que cada vez menos tienen control sobre su huella digital y sobre los millones de datos que comparten a diario. Sin embargo, tendremos que esperar para ver hacia dónde van estas alianzas y cuáles son sus alcances verdaderos, sobre todo porque la opción aún se puede deshabilitar y en esa medida es apresurado concluir algo en este punto.