Hay varios géneros musicales que contienen estos elementos de violencia. Por ejemplo, algunas rancheras. La Martina, de Antonio Aguilar, ilustra esta afirmación. Es como el himno del feminicidio. Igualmente, algunas canciones de música carrilera, como la Chuchilla de las Hermanas Calle.
La artista nacida en Valledupar es amada por sus seguidores por su singular forma de ser.
Sin salirse del estilo han podido crear una letra inspiradora que construyera, que apostara por volverse trascendental y convertirse en un himno colombiano del género. Pero no, el “flow” no les dio para más que una borrachera, perreo entre pepas, trago y vicio con una de “forteen”.
Que esta canción sea rechazada masivamente demuestra que la sociedad finalmente está empezando a cuestionar este tipo de contenidos, especialmente en un país como Colombia, que se ha esforzado por desterrar la mancha del turismo sexual y el abuso y aún más, cuando el nombre de la canción es el indicativo en WhatsApp de nuestro país.
La canción que se estrenó el pasado 7 de noviembre lleva más de 23 millones de visualizaciones en YouTube.