Todos esos retos identificados con claridad por la nueva fiscal son propósitos encomiables en el camino de resolver las 3 millones de investigaciones en curso que recibe o de corregir perversos desequilibrios del sistema, muchos de los cuales derivan en absoluciones inexplicables que extienden la sombra de la impunidad a diversos niveles. Sin duda, su principal desafío, el que definirá su impronta, será reivindicar con sus resultados procesales la independencia, autonomía e imparcialidad de la Fiscalía. Sus acciones deben ser las que hablen por el ente acusador, envuelto recientemente en desgastantes polémicas que desvían o distraen su atención, esa es la sensación que queda, de lo que es prioritario en el ejercicio de sus funciones.
Hoy, a partir de las 9 a. m., el alto tribunal adelantará una nueva ronda de votación para escoger la jefa del ente acusador. Están cerca de alcanzar un consenso.