Actuar sin más dilaciones ni complacencias contra los ataques de grupos armados es indispensable ante la matanza de uniformados. El presidente tiene la palabra.
Las medidas adoptadas aún no logran dejar atrás las inconsistencias de un modelo expuesto a la corrupción que ahora ha dejado a miles de niños sin educación.
Es un tiempo ideal para reflexionar cómo los agravios entre políticos de Gobierno y oposición están erosionando la cohesión social del país que merece algo mejor.
Es imperativo que el Estado se esfuerce en recuperar el control de territorios ahora amenazados por la escalada de grupos armados fortalecidos por la paz total.
En vez de alentar un relato espurio contra el sector, el Gobierno debe buscar salidas viables a la falta de nueva oferta energética para evitar que todo empeore.