El atentado a bala contra el líder campesino Hernando Benítez León, y luego la masacre de cinco hombres, entre ellos un padre y su hijo, ocurrida hace 27 días, mantienen atemorizados a los campesinos de las subregiones San Jorge y Mojana, en el sur de Sucre.
Así lo manifestaron en la segunda sesión de la Mesa Departamental de Tierras que se cumplió el miércoles pasado en el municipio de San Benito Abad, donde aún recuerdan el atroz crimen de dos integrantes de la familia Lambraño, madre e hijo, ocurrido hace más de 10 años en circunstancias parecidas.
La disputa por la tierra, en concreto por los playones, terrenos baldíos que periódicamente se inundan con las aguas de las ciénagas que los forman, o con las avenidas de los ríos; es un asunto de vieja data, tanto así que José Mieles, uno de los campesinos de la parcela Santo Domingo, relató que siempre ha vivido con angustia a causa de los ganaderos que pretenden apoderarse de las tierras del Estado.
'Llevo 33 años de no tener un rato tranquilo. A esto hay que ponerle mano dura para nosotros poder convivir en nuestros ranchos. También tenemos derecho a vivir, tenemos un buen corazón, como todos los pobres', sentenció el campesino, que, al igual que muchos otros, le pide a la Agencia Nacional de Tierras (ANT) que actúe con celeridad en los procesos de deslinde que adelanta antes de que los conflictos se sigan agudizando. En Sucre son 120 litigios por estas tierras.
En esta propuesta lo apoya Luis Pardo Gloria, miembro de la comunidad de Cispataca, que en la Mesa Departamental de Tierras le preguntó a las autoridades: '¿Cuánto tiempo más va a pasar para que solucionen el problema de la tenencia de la tierra, y cuántas vidas más se van a perder? Esto se alarga tanto que las esperanzas se pierden', dijo.
Pardo agregó que mientras ellos esperan por un título, hay otros como un exprocurador agrario de Sucre que ha comprado terrenos en esa zona.
Adonay Acevedo Cárdenas, miembro del Comité Campesino de El Limón, señaló que en Colombia el campesino no tiene garantías ni para exigir lo que le corresponde.
'Mientras los ganaderos van a las fincas con escoltas y armados, nosotros vamos y permanecemos en la tierra sin nada. Tenemos miedo, pero no abandonamos la tierra por la que en mi caso llevo cinco años esperando un título donde cosecho arroz, maíz y plátanos para subsistir'.