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Aunque la esperanza regresó para los 12 sucreños que recuperaron su libertad, junto a 47 colombianos más que estaban en prisión en Caracas desde finales de 2016, para algunos de ellos los días quizás sigan siendo grises porque después de permanecer encerrados tantos años perdieron hasta sus hogares.

Sus vidas pasaron de la alegría a la tristeza, debido a que una solicitud de verificación de antecedentes en aquel entonces se convirtió en todo un misterio y en su peor calvario.

La desesperanza que reinaba entre los ciudadanos era tan inmensa que la tarde del pasado viernes 28 de junio no podían creer aquella noticia que tanto anhelaban desde 2016, fecha en la que fueron raptados con engaños.

Queda demostrado con esta realidad que los dos países considerados hermanos se han convertido en el sitio de amparo, pero a la vez en el muro de los lamentos para aquellos que buscan un mejor futuro.

Las voces del dolor

Describir en palabras los segundos y horas de los más de 1.000 días que pasaron encerradas estas personas es poco para el dolor, la angustia y la incertidumbre que padecieron por cuenta de un Gobierno que los consideraba unos delincuentes y que a la postre no fue más que una fachada para desvirtuar, al parecer, la situación de inseguridad que vive esa nación.

José Luis Torres, terminó encarcelado a sus 29 años. A él, la OLP lo interceptó momentos en que pretendía subirse a una camioneta, después de terminar un entrenamiento de fútbol.

'Me solicitaron los documentos, luego me llevaron hasta una estación que se llama Mary Pérez con el pretexto de que era procedimiento rutinario y solo hasta estos días nos dieron la libertad. Lo peor del caso es que nunca arrojamos antecedentes judiciales ni aquí en Colombia ni allá'.

Su vida no volvió a ser la misma, puesto que su esposa, según, sus propias palabras, le dijo que ella no se iba a aguantar su condición de reo, una situación más adversa que soportar.

Apenas pise tierra sucreña, irá a la casa del único amor que no le ha dado traición, el de su mamá, Ludys Salgado que lo espera en el corregimiento de Pita, en Tolú, aunque él es de San Onofre.

La historia se repitió, pero esta vez en el nombre de Víctor Márquez Chiquillo, el sanonofrino, que a sus 33 años fue interceptado por el denominado grupo OLP momentos en que salía de su trabajo y compraba unos limones. A él también se lo llevaron con la excusa de verificar sus antecedentes, pero nunca más lo dejaron salir de la estación de Policía.

A Márquez su compañera sentimental, también se desentendió de él.

Lo que más le agobiaba era el porvenir de sus tres hijos, puesto que dependían económicamente de él. Sin embargo, un amigo fue su único apoyo, ya que este no escatimó en darles de comer a sus pequeños mientras él pagaba con su libertad un señalamiento que aseguró es falso.

A pesar del inconveniente que atravesó, no quiere repetir la historia que lo hizo vivir su padre quien lo abandonó. Por ello espera recuperar a sus hijos que se quedaron en Venezuela. 'Todos los días para mí fueron malos, si digo lo contrario es mentira, más siendo inocente', anota.

Alexis José Álvarez, de 41 años, estuvo preso 3 de los 25 años que estuvo alojado en Venezuela. Su pareja lo dejó y lo puso a cargar con otra cruz. A sus hijos les tocó salirse del colegio por falta de recursos. Ahora con valentía empezará a labrar desde cero un nuevo sendero.

Otra historia es la que narró para EL HERALDO Iván Antonio Galán, otro sanonofrino liberado, pues el tendrá la fortuna de fundirse en el nombre de Dios con su esposa e hijos, al igual que lo harán los hermanos Deivy y Ever Julio Agresot, quienes pronto llegarán a Cartagena a encontrarse con sus hijos y con sus esposas, pues ellas sí los esperaron.

Los hermanos Julio se fueron juntos hace 12 años para Venezuela, estuvieron presos en el mismo sitio y por las mismas razones.

Todos ellos le piden al Gobierno de Colombia una ayuda que les permita trabajar para poder salir adelante ya que perdieron todo lo que habían construido.