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El ‘grillete’ emocional que mantenía atada a Bernarda Mercado Flórez a su exmarido, y ahora asesino, Dagoberto Montes Benítez en los últimos meses, fue el ir y venir de una relación tóxica que se convirtió en el presagio de una tragedia.

Casi 25 años de convivencia terminaron en cuestión de minutos la mañana del jueves, cuando el hombre, de 63 años, tomó un cuchillo y le propinó tres heridas de muerte a su excompañera sentimental, de 53, madre de sus cinco hijos.

A Bernarda le tocó padecer a Dagoberto. Lo dejaba y volvían porque creía en él, pero cuando pensaba no retornar a lo mismo, sus días acabaron. El cariño que se tenían al principio de la relación se convirtió en desesperación por sus malos tratos, los cuales hicieron su estocada final cuando el mototaxista la mató con sevicia porque ella no lo quiso perdonar.

Una hermana de Bernarda, que pidió reserva de su identidad, relató que se habían dejado varias veces porque él la 'correteaba' de la casa en donde vivían primeramente en el barrio La Campiña. En varias ocasiones se separaron y por eso ella se radicó con sus hijos en un apartamento que le regaló el Gobierno en el barrio Gran Colombia, en Sincelejo, donde sucedió la tragedia.

'Ella me contaba que como el señor tiene otra casa en La Campiña de allá la correteó dos veces porque le iba a mochar la cabeza. Por eso se venía con los hijos. La primera vez se fue para el pueblo donde nació (Pajarito, en La Unión) huyendo para que no les hiciera daño a los hijos y a ella. Como a los ocho días la fue a buscar y se la trajo. A los tres meses la correteó otra vez y otra vez se calmó la cosa', contó la familiar.

Hay un dicho que dice que en pelea de marido y mujer nadie se puede meter, pero los parientes de Bernarda le advertían que ese hombre no iba a cambiar.

'La última vez le dijo que se fuera para el apartamento, ella recogió sus chócoros y se vino porque él quería estar solo. Al mes vino a pedirle perdón y ella lo aceptó, pero nosotros atrás diciéndole que no lo aceptara porque ese hombre no se iba a componer. Ella por lástima lo aceptó. Luego él le formó pelea y le dijo que se iba para la casa de él que él aquí no iba a vivir. Yo venía de vez en cuando donde ella y me contaba eso', prosiguió la hermana.

Pero ese ir y venir que conformó la relación tóxica terminó cuando Dagoberto llegó a las 6:20 de la mañana del jueves y le pidió nuevamente perdón. Esa fue una súplica repetitiva que ya Bernarda no aceptó y por eso el hombre se llenó de ira y la mató. Luego intentó suicidarse hiriéndose en el cuello, pero la comunidad lo agarró y se lo entregó a la Policía.

A este, el juez primero penal municipal con funciones de control de garantías le legalizó ayer la captura. La audiencia se hizo sin la presencia del implicado porque continúa internado en una clínica. No se pudo seguir la diligencia de imputación de cargos y medida de aseguramiento porque el sindicado de feminicidio está internado en la clínica María Reina con respiración artificial por lo que no puede ejercer su defensa material.