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Por los senderos de la zona rural de Ovejas y Chalán se están estampando unas nuevas huellas. A la par de la de los burros y caballos que a diario entran y sacan productos agrícolas en sus lomos, los campesinos caminan confiados porque la Armada Nacional así les dijo que podían hacerlo.

Ellos ahora creen y ponen su pisada firme, no como en otros tiempos, cuando estas tierras eran un pequeño purgatorio por culpa de la violencia. Sin saberlo, pero sí sospechándolo, sabían que tenían como vecinas intrusas a las minas antipersonas. Esas que les hacían daño, que los mutilaban, que los mataban.

De eso da fe y testimonio Amaury Benítez Narváez. El verde de los Montes de María que siempre lo ha arropado en varias ocasiones fue desangrado por la explosión de algún artefacto. Reside en la vereda El Palmar, en Ovejas, un pequeño poblado que vivió cercado por las minas, pero que hoy hace parte, junto a 15 veredas más, de las áreas que la Armada con su equipo de Desminado Humanitario declaró libre de minas.

'Esto significa el progreso toda vez que anteriormente los proyectos no entraban porque teníamos minas. La historia cambió, hoy podemos encontrar un lugar libre para que entren las máquinas y los profesionales que vengan a apoyarnos en proyectos y trabajos'.

Al momento que dice eso un dejo de ilusión se dibuja en su mirada, la de un campesino esperanzado en que la sanación que han venido trabajando se convierta en un desarrollo conjunto.

'Ya mi corazón respira libre y tranquilo. Ahora lo que queremos es paz. Hace falta que lleguen los proyectos productivos y las obra sociales como el agua potable, el arreglo de las calles y que reconstruyan los colegios', expresó.

En esta comunidad residen 112 familias, conformadas por 600 habitantes de los cuales 200 son niños. Precisamente al lado del centro educativo de este poblado se ubicó el campamento de los desminadores. Ellos se han convertido en vecinos desde hace varios meses cuando focalizaron la zona para descartar cualquier presencia de minas.

Antonio Enrique Alviz también deja que su alegría brote sin reparos. Aplaude que ahora con estas acciones los caminos estén limpios y que las parcelas en las que siempre ha trabajado se puedan andar sin tropiezos peligrosos.

'Es un triunfo que se ha ganado frente a todo este conflicto que pasó y por el que muchos campesinos no nos atrevíamos a entrar a nuestro territorio y parcelas porque teníamos miedo de que ahí estuvieran las minas y nos hicieran daño. Hoy es un hecho que hemos recuperado la confianza, la que necesitábamos desde hace mucho tiempo', aseguró el campesino.

Dijo que hubo personas que encontraron minas hace unos diez años en esa zona, pero a pesar de que ha pasado mucho tiempo, el miedo seguía reinando.

'Aquí queremos es que suenen las gaitas no el ruido de esos explosivos', sentenció sin vacilar. Y agregó: 'ya hay una miga de perdón tratando de reconciliarnos como campesinos porque podemos visitar las zonas a las que antes no podíamos entrar. Ahora ya entran las autoridades y todos los que quieran'.

Esa misma esperanza es la que palpita en el corazón de Ángel Blanco Roqueme, de 36 años, un militar a quien una mina le afectó la movilidad de la pierna izquierda cuando estaba cumpliendo su deber.

El accidente le ocurrió el 16 de octubre de 2006, en Antioquia, y junto a él resultaron heridos cinco compañeros. Pero el tiempo cura todo, va sanando las heridas tanto físicas y del alma, razón por la cual la lucha de este héroe de la Patria es la de seguir salvando vidas, así sea a punta de sacrificios.

'Es un logro para uno militar que, además, le indica que de algo sirvió el sacrificio que se hizo por una Colombia en paz. Y esto no es solo de militares, sino de los campesinos y niños que no tenían que ver con esto, pero que sufrieron por ese conflicto armado que nos golpeó', expresó.

Y a pesar de que el lamento en muchas ocasiones se suspira bajito Ángel se atreve a decir que los Montes de María ahora son un remanso de paz, nada comparado con el absurdo calvario al que fue sometida esta población. No faltaba más, ese sufrimiento no podía ser eterno.

En Chalán declararon libres de minas a El Cielo y La Alemania. Mientras tanto en Ovejas las zonas rurales entregadas son: Villa Colombia, Damasco, San Francisco, Medellín, Canutal, Ovejita, Pedregal, El Palmar, El Charcón 1, El Charcón 2, Las Babillas, La Chabela, El Oso y El Campín.

Pero a estos abnegados les quedan debiendo inversión social. El mismo alcalde de Ovejas, Mauricio García Cohen, resume las peticiones que le tienen al Gobierno ahora que los territorios están libres de minas.

'Esta es una de las maneras de ir resarciendo a las comunidades por ese daño histórico que nos dejó el conflicto armado, pero hay que seguir apoyando todas las iniciativas que conlleven a que este campo que ha sido entregado libre de minas ahora pueda empezar a dar unos frutos con proyectos productivos que vayan encaminados a que ese desarrollo económico de las comunidades sea un éxito', indicó el mandatario.

Lo anterior es porque, según él, hoy las acciones no se ven por lo que en su concepto debe haber más obras como vías y proyectos productivos para que estas comunidades sientan que son tenidas en cuenta después de todo el dolor del conflicto que les tocó vivir. Para él, la paz debe ir acompañada con acciones concretas y obras materializadas que le devuelvan la dignidad a cada uno de los habitantes que padecieron el horror.

'Ovejas debe ser reparado colectivamente en su totalidad por las pérdidas familiares, el abandono y el desplazamiento', puntualizó.

En eso lo apoya su homólogo Jaider Huertas Barreto, alcalde de Chalán, que fue enfático en afirmar que es poco lo que han podido conseguir luego de las promesas del Gobierno nacional.

'Los campesinos hoy pueden ir a trabajar el campo, que es lo que saben hacer, porque somos netamente agrícolas. Sin minas hay camino y prosperidad, pero es poco lo que hemos podido conseguir con el Gobierno nacional. Ojalá el mensaje sea tenido en cuenta para que las comunidades tengan el apoyo tanto en vías como en colegios', expresó.

Los campesinos expresaron que es el momento, que la sociedad está a tiempo para darles la mano.