'Ave, ave, ave María, ave, ave, ave María' se escuchaba de una voz no tan clara al final de los concurridos callejones del Cementerio Central de Sincelejo, seguido el sonido hipnotizador de una armónica.
El llanto de los dolientes hacía que aquellas melodías se perdieran, pero como si se tratara de un lamento aún mayor, volvían aparecer. Aquel instrumento de viento era interpretado por Luis Manuel Pérez Álvarez 'El Curita', un hijo de Sahagún (Córdoba).
Hace 45 años llegó a Sincelejo a prestar sus oficios de rezandero en un novenario y desde entonces se quedó en esta ciudad donde ha visto morir a dos hijos y una nieta.
'Toco la violina (armónica) porque me gusta hacer más alegre el lamento y las oraciones para que lleguen más rápido al cielo', explica Pérez.
Todos los domingos llega al Cementerio y a petición de los dolientes les hace oraciones, canta el rosario o una canción que en vida le haya gustado al difunto, sin embargo, el gran día para 'El Curita' son los 2 de noviembre donde se lo dedica a los que se fueron de este mundo.
Su apodo se lo debe a los años que se ha dedicado a la oración y al seminario, pero no quiso continuar, sin embargo, su entrega a Dios siguió intacta.
'No cobro, pero sí recibo ofrendas porque debo llevar dinero para mi casa. Es una hora que le dedico a cada difunto encomendando su alma, sobre todo aquellas que no les dio tiempo de arrepentirse aquí en la tierra', sostuvo.
Cementerio sepultado por el olvido
Una de las decenas de personas que llegó el Cementerio fue Sonia Hernández Acuña, quien manifestó su inconformismo por cómo se encuentra el campo santo.
'Hay exceso de basuras, algunos restos óseos expuestos, además se roban las rejas, los vidrios de las bóvedas pese a que hay una administración a cargo', dijo Hernández.
Huesos expuestos en callejones del cementerio.
A esta denuncia se le unió la de Laura Paternina Hernández, quien sostuvo que es hora de que las autoridades asistan el Cementerio porque es vergonzoso ver los cadáveres en las afueras y que no hay seguridad.
A su turno, el administrador del Cementerio, William Villa Monterroza, dijo que ya cuentan con vigilancia privada y si hay nichos destapados es porque no se están utilizando.
'Lo mantenemos cerrado porque aquí venían vándalos a fumar. Tuve una reunión con las personas que pasan aquí que no son de administración, sino que trabajan aquí de manera informal y les pedí que me colaboraran, sino lo hacen tomaré correctivos', explicó.
Añadió que si vieron basura es porque solo se recogen los sábados, pero sí están cambiando la cara al Cementerio.
Tradición 'entierra' campañas
La Secretaría de Salud Municipal lanzó una campaña en los campos santos para que las familias de los difuntos llevaran flores artificiales y no naturales, toda vez que deben ponerlas en agua y eso prolifera el mosquito transmisor del dengue, chikunguña y zika.
Pese a ello y a unos letreros que se encuentran a la entrada del Cementerio Central, la mayoría de las bóvedas fueron adornadas con flores naturales.
Las que no fueron adornadas con flores pero sí con velas fueron las de Pola Becté, la eterna bailadora de fandango, y María Mandora, una gitana que vino a tierras sucreñas. Estas dos difuntas, según aseguran los trabajadores del Cementerio, son las más visitadas en todo el año, incluso a esta última le echan licor.
Eran las 12:00 del mediodía y 'El Curita' ya había rezado siete rosarios y un trío de creyentes esperaba por sus servicios.
De un momento a otro, aquel canto a la Reina Celestial, que entristecía el rostro de los que lo escuchaban, cambió por la legendaria canción 'La mujer y la primavera' de Alejo Durán, con la que pretendía alegrarle el día a Iván Arroyo, un hombre que vivió para las mujeres y la parranda y que cuatro años después su esposa Blanca Rosa Vitola, quería homenajear con las notas del armonista de los difuntos.