Un grupo de refugiados y migrantes le apostó a crear una organización que a través de la música, el teatro y el baile logre impactar de manera positiva en sus compatriotas en Barranquilla.
El sol ardía sobre las 2:00 p.m. en el sector de La Cangrejera, corregimiento La Playa (Barranquilla).
Sin embargo, debajo de la sombra de un frondoso árbol de trupillo, un grupo de 13 niños y adolescentes entre los 8 a 17 años, se reúnen para recibir clases de instrumentos musicales, especialmente de piano y cuatro venezolano. El cuatro (una pequeña guitarra) es utilizado para promover la integración entre migrantes venezolanos, refugiados y barranquilleros.
Allí se respira mucho arte, todo por cuenta de la Agencia Cultural 7-80, nombre que tomaron de la nomenclatura que tenía su sede natural en Maracaibo.
En medio de las complejas realidades que enfrentan los migrantes y refugiados venezolanos, esta agencia, liderada por venezolanos, surgió para irradiar esperanza en Barranquilla.
Esta organización, liderada por gestores culturales y comunicadores sociales que han dejado su país de origen, ha encontrado en las artes escénicas un poderoso instrumento para promover la integración y la transformación social en la ciudad, gracias al respaldo de HIAS, ACNUR y la Corporación Opción Legal.
“Do-Re-Mi-Fa-Sol-La-Si”, repetía el formador musical Víctor Acosta, mientras le sacaba algunas notas al cuatro. A su lado lo acompañaba la también formadora Leonela Miranda quien tocaba el teclado y entregaba algunas instrucciones. Ambos lucen un suéter negro del que sobresalía un mensaje: “Arte, Cultura y Protección por una niñez y juventud libre de violencia”, ese es el objetivo de sus talleres.
“A través de la música hemos podido ver cómo los niños han desarrollado su capacidad cultural, porque no todo debe girar en torno a lo que ellos están mirando aquí, sino que este espacio les ayuda a explorar nuevos mundos. Por ejemplo, hay momentos en los que los niños pueden cambiar sus perspectivas al aprender a tocar un instrumento. Eso les ayuda a abrir su mente”, dijo Leonela, quien lleva el nombre de una popular novela venezolana que fue muy vista en nuestro país a mediados de los 80′.
“El cuatro venezolano también lo tocan en el llano colombiano. Es un instrumento muy sutil que le traemos a las personas que están aquí radicadas, más que todo a los niños que están comenzando una nueva vida aquí en Colombia, es para que ellos no olviden su cultura venezolana”, detalló Miranda, quien se siente dichosa por poder aportar a la formación de estos jóvenes.
Liberando emociones
En un salón 22 niños y niñas reciben clases de Artes plásticas. El ejercicio a desarrollar es guiado por Jorge Del Río, formador de Artes Plásticas colombiano que les pidió a los menores dibujarse a sí mismo en un papel yendo al lugar de sus sueños. Estas ideas ahora integrarán un mural en el sector de La Cangrejera. Junto a Del Río también trabaja una psicóloga que es la encargada de abordar temas de emociones y realiza orientación psicosocial.
Y es que desde su creación, esta agencia ha demostrado que el arte no solo es un vehículo de expresión, sino también un medio para impactar profundamente en la sociedad. Mediante el teatro, la danza y otras disciplinas escénicas, sus miembros buscan crear conciencia sobre problemáticas sociales como la migración, la violencia de género y la inclusión, temas que afectan tanto a migrantes como a locales.
Logan Díaz, es uno de los beneficiarios de estos talleres, él llegó hace cinco años a Barranquilla y se atreve a soñar en grande.
“Los talleres me parecen muy buenos, me gusta el de música, pero no más que los talleres de fotografía. Siento que nos enseñan mucho, no solamente vienen a darnos conocimientos, sino que nos enseñan a expresar nuestras emociones y los temas de Derechos Humanos”.
“Me siento feliz en Colombia, realmente en los lugares que he llegado, me ha tocado convivir con personas muy amables. Aquí en La Playa es el lugar donde me he sentido más cómodo. Mi sueño es llegar a ser médico forense y fotógrafo”, agregó el joven.
Debut festivalero
Este año, la agencia dio un gran paso al participar en la primera edición del Festival de Microteatro en Barranquilla. Allí presentaron ‘Heroína somos muchas’, una obra que abordó el tema de la lucha de las mujeres frente a las adversidades.
Cargada de emoción y denuncia, la obra se convirtió en un punto de conexión entre el público y las historias reales que viven muchas mujeres, generando un alto impacto en los asistentes y resaltando la importancia de visibilizar estos problemas.
Alejandro De La Hoz, representante legal y director operativo de la Agencia Cultural 7-80, es un comunicador social y artista audiovisual que se siente pleno al poder trabajar por su comunidad. “En medio de las actividades que desarrollamos, también tenemos el honor de aportar a la agenda de ciudad. Hace poco presentamos la obra de teatro ‘Heroína somos muchas’, que promueve el mensaje de prevención contra la violencia basada en género. Es importante llegar a estos espacios donde este mensaje sea también promovido”.
De La Hoz sostuvo que en medio del trabajo que realizan han identificado esa necesidad que tiene el niño refugiado, el niño migrante, de conocer aún más de las danzas del Caribe.
“En medio del proceso ha surgido la idea de crear una comparsa, en la que niños y niñas, refugiados, migrantes y colombianos participen en una comparsa en el Carnaval de Barranquilla, esto como esa señal de integración efectiva, para demostrar cómo el Carnaval sirve para exaltar distintas culturas”.
Creando espacios seguros
Ramón González, director general de esta Agencia Cultural que surgió hace tres años, contó que han desarrollado iniciativas en diversos barrios del Suroccidente de Barranquilla y también del Área Metropolitana. En este sentido, le han apostado por ver en el arte y la cultura una herramienta de transformación social que les permita vincular a las comunidades y, sobre todo, generar espacios de construcción de confianza para que la comunidad venezolana pueda convivir de una manera segura.
“Gracias al apoyo del Alto Comisionado para los Refugiados, en este caso ACNUR, pudimos llegar desde el 2021 a diversas comunidades con actividades musicales o de artes plásticas, que permitieron que niñas, niños y adolescentes, a través de nuestro primer proyecto llamado ‘Arte y Cultura con sentido social’, pudiesen conocer espacios de integración a partir esta iniciativa, lo que ha generado que diversas organizaciones fijen la mirada al trabajo que venimos haciendo”.
El taller al que un equipo periodístico de EL HERALDO pudo asistir en La Cangrejera, es la segunda intervención que realizan en este sector. Inicialmente llegaron con un proyecto financiado por el Ministerio de Cultura, llamado ‘Casa Tricolor: Escuelita Comunitaria de Arte y Cultura 7-80′ que impactó a más de 50 niños a los que través de disciplinas artísticas pudieron conocer de temas como Derechos Humanos, prevención de riesgos y prevención de violencia basada en género.
Actualmente desarrollan un proyecto respaldado por HIAS, una ONG internacional que ha financiado a diversas organizaciones a través de su proyecto de localización. “Nuestro actual proyecto se llama ‘Arte, Cultura y Protección por una niñez y juventud libre de violencia’. Lo que buscamos con esta iniciativa es poder ofrecer espacios de esparcimiento en los que los beneficiarios puedan sentirse plenos”, concluyó el también comunicador social.
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Cada taller, es una oportunidad para sembrar conciencia y construir una sociedad más inclusiva y solidaria. Su trabajo no solo ilumina la vida de quienes participan en las actividades, sino que inspira a toda la comunidad a reflexionar y actuar en pro de un cambio.
Para los miembros de la Agencia Cultural 7-80, las artes no son solo entretenimiento; son un recurso educativo, una herramienta de prevención y un llamado a la reflexión colectiva.