El tránsito acelerado de viajeros por el muelle internacional del aeropuerto El Dorado en Bogotá, ahora tiene una pausa obligada para apreciar el arte.
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Entre las salas A1 y A6 de esta terminal aérea, una explosión de color, naturaleza y símbolos nacionales acompaña a quienes llegan y parten de la capital del país. Detrás de esa intervención artística está la barranquillera Isabela Garman, quien acaba de culminar uno de los proyectos más importantes de su carrera, una galería compuesta por 18 ductos intervenidos con arte inspirado en Colombia.
En diálogo con EL HERALDO, la artista contó que este logro es el resultado de la persistencia y de un sueño que tardó tiempo en concretarse. “En 2024 me habían contactado, pero no se pudo dar. Este año volvieron a llamarme y con la misma ilusión dije que sí. Yo sabía en mi cabeza que iba a ir a El Dorado, pero no lo había asimilado. Hoy se me hincha el corazón de orgullo”, confesó.

Aunque muchos la conocen como Isabela Garman, su nombre completo es Isabela García Mancera, una fusión de los apellidos de sus padres que resume también su herencia creativa. “Mi mamá era artista plástica y diseñadora de interiores, y mi papá es arquitecto. Tengo un poquito de los dos”, explicó.
Esta creativa mujer confiesa que pinta desde que tiene uso de razón, pero fue en los últimos años del bachillerato que realizó en el colegio Lyndon B. Johnson de Barranquilla cuando su talento empezó a destacarse. Tras graduarse a los 16 años, el Carnaval se convirtió en su primera gran vitrina.
“Comencé pintando carteleras y luego ropa de carnaval. Así fue que la gente me empezó a conocer hace más de 10 años, y todavía lo hago”, recordó.
Más adelante estudió Diseño de Modas en la Uniautónoma, pero nunca dejó el arte. A los 20 años tomó una decisión definitiva: trabajar de manera independiente. “Dije: no voy a trabajar para nadie, voy a trabajar para mí misma”, relató.
En 2019 incursionó formalmente en los murales, un formato que hoy define buena parte de su obra.
Trazos llenos de orgullo
El reto de El Dorado no fue menor. La artista debió adaptarse a una técnica poco habitual para ella: el aerosol. “Yo normalmente pinto con pinceles y acrílicos, pero ellos requerían aerosoles. Fue un reto grande, pero lo cumplimos”, afirmó.
Durante seis días de trabajo continuo, Isabela y un ayudante intervinieron tres ductos por jornada, debido a la compleja logística que implicaba desmontarlos, pintarlos y reinstalarlos en la terminal aérea.

El resultado es una colorida galería, inspirada principalmente en la fauna y flora colombiana, con especial énfasis en especies en vía de extinción. Tucanes, aves diversas, heliconias y orquídeas (una de las grandes pasiones de la artista) se mezclan con paisajes y símbolos urbanos.
También hay arquitectura emblemática, como la Torre del Reloj de Cartagena, referencias a Medellín y al río Caño Cristales. Y, por supuesto, no podía faltar Barranquilla. “Tenía que dejar algo de mi tierra. Pinté la marimonda, nuestro ícono del Carnaval, el Congo y varios elementos de la región Caribe. Eso lo llevo por las venas”, dijo.
Cumpliendo sueños
Para Isabela, ver su obra en un espacio por el que transitan miles de personas cada día es una experiencia difícil de describir.
“Me siento súper orgullosa y feliz. Es una parte muy importante y muy bonita del aeropuerto, y siento que lo embellece aún más. Que una artista barranquillera esté ahí, entre tanto talento colombiano, es impresionante”, expresó emocionada.

El proyecto también marca un momento de expansión en su carrera. El mismo día que comenzó a pintar en El Dorado recibió otra noticia: fue seleccionada para realizar un mural en Barrio Abajo, en Barranquilla, con el respaldo de la Alcaldía. La intervención comenzará el 15 de enero.
Casada desde hace 14 años con Julio Campos, Isabela es madre de dos hijos (Julio y Amalia) y trabaja de la mano con su esposo, quien la acompaña en la gestión de su empresa artística. “Tenemos la misma meta y luchamos juntos por el mismo sueño”, afirmó.
¿Y qué sigue? La respuesta es tan clara como sus colores: “Pintar muchas paredes. Me encantan los murales, me encanta la naturaleza”.
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Por ahora, su arte ya recibe a Colombia por todo lo alto, en el principal aeropuerto del país, convertido en una galería que destaca la biodiversidad y la identidad nacional con sello barranquillero.





















