En un país donde el fútbol despierta pasiones, enciende barrios enteros y se cuela en la memoria colectiva como pocos fenómenos sociales, escribir sobre sus mejores equipos es, más que un ejercicio periodístico, un acto de justicia histórica.
Esto lo entendió el periodista y escritor Mauricio Silva Guzmán, quien respaldado por la investigación de Felipe Valderrama, con quien también publicó El mejor equipo del mundo (2023), regresa a las librerías con un proyecto aún más ambicioso: Los 50 mejores equipos del Fútbol Profesional Colombiano (FPC), una obra que recoge un siglo de emociones, goles inolvidables, hazañas silenciosas y leyendas vivas.
Este texto que será lanzado este domingo en la FilBo, no impone verdades, sino que construye una mirada colectiva: 50 periodistas deportivos de todas las regiones del país, desde referentes históricos como Hernán Peláez o Iván Mejía Álvarez, hasta voces más recientes como Vanessa Palacio y Juan Felipe Cadavid, eligieron a los equipos que consideran los más destacados de nuestra liga.
¿Cómo fue el proceso investigativo para armar los 50 mejores equipos en la historia del FPC?
En enero de 2023, recién terminamos el libro El mejor equipo del mundo, le dije a Felipe Valderrama –el investigador con el que trabaja–, que deberíamos hacer un libro sobre “Los 50 mejores equipos del FPC”, pero que nosotros no tendríamos porqué definir la lista. Le indiqué que la selección debería salir de una encuesta entre los 50 más influyentes periodistas deportivos del país. Y así fue: 50 colegas respondieron, tabulamos los resultados y la lista es el libro mismo.
Cortesía
Cítenos algunos de los 50 periodistas futboleros del país que participaron de la encuesta que sirvió de insumo para escribir este libro… ¿Hay algunos costeños?
Varios costeños: Hugo Illera, Estewil Quesada, Tito Pucceti, Clara Támara… Aquí están leyendas como Hernán Peláez, Carlos Antonio Vélez, Iván Mejía Álvarez, Javier Hernández Bonnet y Wbeimar Muñoz; pasando por Martín de Francisco, Liliana Salazar, Nicolás Samper y José Orlando Ascencio; hasta llegar a los nuevos nombres tipo Eduardo Luis López, Alejandro Pino, Vanessa Palacio, Juan Felipe Cadavid, Jorge ‘el Patrón’ Bermúdez, Juliana Salazar, Samuel Vargas y Julián Capera, entre otros. Periodistas de todas las edades y de todas partes del país. De hecho, en la última página del libro hay un código QR en el que se puede ver la votación de cada uno de los 50 encuestados.
Aterrizando su libro a nuestra Costa Caribe, usted dedica cinco crónicas al Junior, una al equipo de ‘la Bruja’ Verón y otra al del ‘Pibe’ Valderrama. ¿Qué puede destacar de estos dos planteles tiburones?
La calidad de sus jugadores y que ambos equipazos marcaron épocas. Ese grupo del 77 al 80, liderado por La Bruja Verón y que tuvo cracks como Delménico, Comesaña, Solari, Converti, Valenciano (papá), Bolaño (papá) y Alfredo Arango, siempre será recordado por la explosión de su juego, todo basado en un tremendo despliegue físico. ¡Pura candela! Luego, el Junior del 93 al 95, que fue la maestría y el doctorado del ‘Pibe’ Valderrama y que también tuvo cracks del tamaño de Pacheco, ‘Niche’ Guerrero, ‘el Nene’ Mackenzie, Valenciano (hijo), y Bolaño (hijo), pasó a la historia por ser una de las formaciones más lindas y espectaculares de la historia del FPC. Yo los aplaudí y seguí con atención, tanto que fui a verlos a Barranquilla. No solo jugaban muy sabroso, sino que tenían montones de ‘gol’. En el año 93, ese Junior hizo 109 goles.
Cuenta usted en su libro que La Bruja Verón pidió el aval de sus maestros de Estudiantes de la Plata para dirigir al Junior. ¿Cómo es ese cuento?
En septiembre del 77, ‘el Puchero’ Varacka abandonó al equipo. Faltaban menos de dos meses para que iniciara el hexagonal final. Fuad Char, entonces, le preguntó a ‘la Bruja’ Verón si era capaz de dirigir al equipo, eso sí, sin dejar de ser jugador. Y aquí va el cuento que Verón le contó a El Gráfico: “Los llamé a Bilardo y a Zubeldía. ‘Hacé lo que quieras’, me dijo Carlos (Bilardo). ‘Juan, ¿cuánto más va a jugar?’, me preguntó Osvaldo (Zubeldía), y cuando le dije que uno o dos años más, fue contundente: ‘Empezá a dirigir, entonces’. Y empecé”. Y sacó campeón a Junior por primera vez.
Hay una anécdota que le escuché sobre el trato que hizo Julio Comesaña con los Rodríguez Orejuela para que no le tocaran al ‘Pibe’ y en contraprestación les ofreció a Javier Ferreira, recree un poco este hecho…
Comesaña me contó que, en 1992, Junior iba por el ‘Pibe’, pero que el América también lo pretendía. Me dijo que, entre el 8 y 14 de diciembre de ese año, ‘el Tiburón’ se instaló en Cali para jugar dos partidos de las finales contra Cali y América. Y me soltó esta: “Por esos días, Bellini, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, me llamó y me dijo que Miguel Rodríguez Orejuela quería hablar conmigo. Yo acepté, informé a los dueños de Junior que eso iba a suceder y me vi con él en su ciudad”. En esa reunión, el capo del Cartel de Cali le informó que, de cualquier manera, quería hacerse a los servicios del paraguayo Javier Ferreira, figura de Junior en 1991 y 1992. De inmediato, Comesaña le dijo que sí, pero con una condición: “Si tocan a Valderrama no hay Ferreira”. El mafioso aceptó, desistió del ‘Pibe‘, recibió al paraguayo y, en un gesto de peculiar generosidad, cedió al ‘Niche’ Guerrero, a Flaminio Rivas y a Alexis Mendoza a las toldas de Junior. Y todos tan contentos. “En esos tiempos, la palabra era la palabra”, subrayó Julio Avelino.
También habla del único título del Unión Magdalena y su épica en 1968.
Ese equipo histórico tiene varios cuentazos, entre ellos la infidencia que narró Justo Palacio –baluarte de ese equipo y tío del ‘Pibe’ Valderrama–, sobre la final de aquel histórico ‘Ciclón’ contra el Cali: “Toledo (portero del Cali) me comentó que se habían emborrachado antes del partido, porque creían ciegamente en sus propias capacidades. Él no podía ver del guayabo”. La verdad es que los jugadores del Cali, que en efecto se enrumbaron, perdieron esa final por sobradores, mientras que los samarios, calladitos, hicieron la tarea: ganaron en Cali y empataron en Santa Marta.
Se cumplen 100 torneos del fútbol profesional colombiano. En palabras contundentes, ¿cómo podría resumirse nuestra Liga?
Digo en el prólogo que, muy a pesar de toda la demencia que ha significado el juego de la pelota en nuestro país, el fútbol profesional colombiano también ha escrito capítulos magníficos, varios de ellos de altísimo nivel. Mucha gente ve el FPC con desdén, pero la verdad es que aquí han pasado cosas muy bellas e importantes.