Óscar Córdoba se ajustó nuevamente los guantes de portero, se vistió de cortos y tuvo la oportunidad de sembrar para el fútbol Colombia, esta vez lejos de ser aquel guardameta genial que defendió la portería para el título de la Copa América de 2001, sino para pasar los conocimientos adquiridos a una nueva generación, en el marco del FCF Camp.
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Este evento de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), se realiza anualmente en Barranquilla, en la sede deportiva de Alameda del Río. Ahí chicos y chicas de diferentes edades, de todas partes del país y algunos venidos desde el exterior esperan adquirir conocimientos y pulir habilidades que algún día los lleven a pisar nuevamente dicha sede, pero para representar los colores del país.
Como parte de las actividades, el pasado miércoles tuvieron a un gran maestro: el hoy en día retirado Óscar Córdoba, el portero caleño que brilló con las camisetas de la selección Colombia y el Boca Juniors de Argentina, entre otros clubes de tradición.
“Esto es un tema de refrescar, darles las oportunidades a los chicos de entender dónde están parados. Se les ha abierto una oportunidad de estar en el mismo sitio de concentración de la Selección Colombia y eso genera una ilusión para más adelante. Compartir con ellos es traerles el pasado al presente y que se den cuenta que fuimos en algún momento niños, que hicimos parte de ese proceso de la Selección Colombia de juveniles y luego nos llevó a la Selección final, o sea, a la Selección de Mayores”.
La edad de los sueños
El sol encendido en el cielo de un julio barranquillero transportaron a Óscar a aquellas tardes en las que salía a calentar en la gramilla del Metropolitano y miles de gargantas rugían al unísono: “¡Córdoba! ¡Córdoba! ¡Córdoba!”. Fueron sus mejores épocas, pero al fin y al cabo, ya pasadas.
Ahora lo mejor que puede hacer es sembrar ese sueño de llegar hasta allá, como alguna vez se lo sembró su propio ídolo.
“De verdad que sí. Parte de ello fue cuando tuve la oportunidad de conocer las oficinas de la Federación y estar sentado frente al presidente y entender la dimensión que tenía la Federación Colombiana de Fútbol, siendo que todavía no era la selección reconocida a nivel internacional. Tuve una ilusión, en algún momento, ser el arquero de la selección mayores, representado en un Pedro Antonio Zape, que era mi ídolo, a quien quería emular en cada actuación, y el futuro me permitió llegar a ser el arquero durante casi 10 años”, resumió.
Córdoba recorrió la cancha y a los arqueras y arqueras que hacen parte de ciclo de preparación les fue dando las recomendaciones del caso. A pesar de que su trabajo era evitar los goles, tal vez por eso siempre ha tenido claro que decirle a los delanteros para que sus intentos sean más exitosos, así que también les fue enseñando un par de trucos.
En su conversación con EL HERALDO, el campeón de la Copa Intercontinental del 2000 con Boca Juniors señala que a la hora de hablar con un aprendiz de futbolistas lo “primero compartir, darse cuenta que no estamos tan lejanos ni tampoco tan cerca. Entender que hay experiencias con las cuales contamos y que deben ser compartidas de alguna manera. Pero también ser lo suficientemente frescos para que se den cuenta que somos seres humanos y podemos equivocarnos. Donde tenemos que ir creciendo día tras día y compartir esos pequeños secretos, el que le pega bien con la izquierda o el que de pronto, de alguna manera, tiene un poquito de sobrepeso y hay que llevarlo a la alta competencia, entendiendo que dándole un buen consejo de alimentación puede llegar a sobresalir en el rendimiento”.
Lo que un padre quisiera
Esto de ver a los niños esforzándose le pega de cerca a Óscar: su hija Vanessa es portera como lo fue él y ha estado llamada varias veces a la selección colombiana y ya ha jugado en varios clubes profesionales del país.
Cuando Vanessa se entusiasmó y decidió dar el paso a ser futbolista profesional, el camino a recorrer estaba lleno más de piedras que otra cosa. No había, en ese momento, las herramientas de las cuales hoy disfrutan los jóvenes en la FCF.
“Sí, seguramente. Lo que pasa es que Vanessa, dentro de su proyecto de vida, había otras actividades: montar a caballo, jugar voleibol, y cuando se encontró con el fútbol, de pronto lo hizo tarde, pero también sin una infraestructura desde el punto de vista institucional que le permitiera crecer rápidamente. Tocó hacerlo a pulso, igual que a las ‘chicas superpoderosas’, de forma distinta, mandándola a estudiar por fuera, pero de todas formas, hoy me doy cuenta que esa motivación, y sobre todo la calidad que estoy viendo en las chicas, ha aumentado de forma exponencial”.
“Sí, pero no, porque no es lo mismo que tú compitas contra niños, que contra niñas, contra mujeres, que contra hombres, las potencias (físicas) son distintas, ya deben competir entre ellas. Me encantaría que no fuesen solamente tres o cuatro, que fuesen veinte, para que pudiesen tener dos equipos de mujeres y competir entre ellas. Aquí te tienes que llegar a enfrentarte con chicos más fuertes, que de pronto les va a llevar a la frustración. Esto es un proceso, pero en algún momento encontraremos ese volumen que nos permitirá crecer”.
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Finalmente, como exjugador, leyenda, campeón y sobre todo papá, Óscar le recomienda algo de corazón a los padres: Hay que darles las oportunidades a ellos y a ellas para que crezcan en experiencias, en exigencia, en sacrificio, en la forma de cómo se piensa en el terreno de juego. y que en el futuro sean ellos los que vengan y compartan con más chicos en la sede de la Federación”, cerró.