Con tan solo 18 años, Lucía Margarita Nieves Jiménez, quien acaba de sacar su cédula, se alzó este fin de semana con la corona del Festival Nacional del Bullerengue en Puerto Escondido, Córdoba, una tierra que respira tambor, tradición y herencia africana.
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Esta joven sahagunense, quien representó a Barranquilla, ciudad en la que estudia Licenciatura en Música en la Universidad del Atlántico, se describe como una defensora incansable de las músicas tradicionales del Caribe colombiano, aspecto que le permitió conquistar al jurado y al público, además de su autenticidad, talento y amor profundo por el bullerengue.
“Ser Reina Nacional del Bullerengue para mí es un privilegio demasiado grande, pero también es una responsabilidad enorme, porque significa alzar la voz por nuestras tradiciones vivas”, expresó en diálogo con EL HERALDO.
Lucía nació en Sahagún, Córdoba, una zona sabanera donde predominan los aires de porro, fandango y música de banda. Aunque conocía de lejos el bullerengue, fue en Barranquilla —ciudad que la acogió cuando ingresó a la universidad— donde se encontró de lleno con esta tradición ancestral. Allí, bajo el amparo del maestro Roberto Camargo y el grupo Cantadoras del Río, comenzó a comprender que el bullerengue es más que música: es un canto que se baila y un baile que se canta, una herramienta de resistencia, de sanación y de memoria viva.
“Yo conocía el bullerengue de nombre, pero no lo había vivido de verdad. Fue Cantadoras del Río el grupo que me abrió las puertas y me enseñó gran parte de lo que sé. El bullerengue se deja amar solo, y cuando uno entra en ese universo, es muy difícil salir”, cuenta.

El año pasado la soledeña Yizlaine Zambrano Peñaranda, obtuvo el título representando al Atlántico y ahora es Lucía Nieves quien con la banda de Barranquilla en el pecho refrenda el título para el departamento.
Aunque ha representado anteriormente a su natal Córdoba en certámenes como Teen Universe Colombia y el Reinado Nacional de la Panela, esta vez quiso hacer un homenaje a la ciudad que le reveló el bullerengue en toda su dimensión. Sin embargo, no olvida sus raíces: “Soy sahagunense a mucho honor, amo la tierra de donde soy, pero representar a Barranquilla fue una manera de honrar a quienes me mostraron este camino”.
Su amor por la tradición viene también de familia. Su padre es gaitero y su madre cantadora. “Ellos son mi mayor referente, todo lo que soy se lo debo a ellos. Me han inculcado desde siempre el amor por nuestras expresiones culturales, son la base de todo”.
Más allá de una corona
Para Lucía, este triunfo no se trata solo de una banda o una corona, pues como reina nacional, tiene claro que su rol es ser una plataforma para expandir el bullerengue a nuevos espacios.
Entre sus propuestas destacan los talleres itinerantes en colegios, veredas y universidades, así como la creación de contenidos digitales para redes sociales que ayuden a internacionalizar esta expresión patrimonial. “Hoy puedo comunicarme con personas en Europa o Asia a través de TikTok, y ya me han escrito personas que quieren aprender a bailar o cantar bullerengue. Eso hay que aprovecharlo”.
También propone que los festivales graben y difundan las presentaciones, creen listas de reproducción digitales y acerquen el bullerengue a nuevos públicos. “Todos queremos lo mismo: inmortalizar el bullerengue”.
El bullerengue como sanación
Lucía habla del bullerengue con una pasión que contagia. Para ella, esta manifestación cultural va mucho más allá del folclor. “El bullerengue es sanador, ha visto cómo les cambia la vida a las personas. Es una expresión ancestral que te transforma, te conecta contigo mismo y con tu raíz. Yo soy testigo de eso”.
A lo largo de su proceso, ha contado con el apoyo de figuras claves como Diana Ramírez, Diana Moreno, Marcela Córdoba y La Poderosa, a quienes agradece profundamente por creer en ella. “Más que un título, me llevo el amor y la sabiduría de gente maravillosa que me acompañó en esta locura”.
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Con la humildad que la caracteriza, Lucía cierra la conversación con una promesa firme: “Vienen muchas cosas bonitas, pero sobre todo, viene mucho compromiso. El bullerengue no se puede quedar solo en los territorios donde nació. Hay que llevarlo a nuevos rincones, hay que mostrarlo, enseñarlo y seguirlo viviendo con amor”.