El arte tiene el poder de transformar espacios y conectar personas, incluso en medio de las situaciones más adversas. Así lo ha demostrado Liliana Martínez, conocida en el mundo artístico como ‘Ticho Art’, una pintora y muralista nacida en Cali y barranquillera por adopción, que hace 14 años reside en Alemania, país europeo desde donde ha expandido su talento por diferentes rincones del mundo.
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Su historia con el arte comenzó como una vía de escape tras enfrentar una depresión posparto. Lo que inició como una forma de sanación personal, terminó convirtiéndose en su mayor pasión y en un puente para unir comunidades. Desde entonces, ha llevado su arte a diferentes países, creando murales con impacto social y generando espacios de integración y creatividad.
Uno de sus proyectos más significativos ha ocurrido en pleno conflicto entre Rusia y Ucrania. En un acto de resiliencia y esperanza, logró reunir a niños refugiados de ambos países para pintar juntos un mural en Alemania. Para Liliana, el arte es una herramienta poderosa que trasciende fronteras y diferencias, capaz de sanar heridas y construir puentes entre culturas. “Creo que esto solo lo logra el arte, nuestras expresiones y talentos son más grandes que cualquier conflicto armado”, dijo en diálogo con EL HERALDO.
Aunque su carrera artística ha crecido en Europa, Liliana sigue conectada con sus raíces. El año pasado regresó a la ciudad que la vio nacer, Cali, para pintar un mural en el marco de la COP 16. La obra, inspirada en las aves, fue creada con la participación de niños y adultos mayores, resaltando el compromiso de Colombia como el país con mayor diversidad de aves en el mundo.
La costa, su lienzo favorito
Ahora, su talento la ha traído de vuelta a la Costa Caribe colombiana, donde ha dejado su huella en Barranquilla y Cartagena. Gracias a una alianza con la Fundación Pies Descalzos, liderada por Shakira, ha pintado un mural en el recién inaugurado Colegio Nuevo Bosque de Barranquilla. La obra, titulada “Guacamaya diversa”, fue realizada con la participación de estudiantes, quienes eligieron el boceto y trabajaron bajo el sol durante tres días para dar vida a la pintura.
“La comunidad vino, compartió con nosotros, donaron una batería y una guitarra para el colegio, fue un proceso hermoso. Los niños son unos guerreros y se apropiaron completamente del mural”, cuenta Liliana con emoción.

Tras finalizar su intervención en Barranquilla, la artista se trasladó a Cartagena, donde realizó otro mural en el Colegio Villas de Aranjuez de la Fundación Pies Descalzos. Para este proyecto, se inspiró en las aves endémicas de Bolívar, visitando el aviario de Barú para tomar referencias. Entre las especies representadas en su obra están la María Mulata, la garza blanca, el pelícano y los periquitos.
“El objetivo es que los niños se involucren en la pintura y sientan que el mural es suyo. Cuando alguien pinta un mural contigo, lo cuida como parte de su comunidad”, explica Liliana, quien ha comprobado que sus obras, al ser participativas, no han sido vandalizadas.
El arte, un motor de cambio
Para Liliana Martínez, el arte es más que color sobre una pared; es una forma de enseñar a los niños que pueden cambiar su entorno. “El lugar donde naciste no tiene que regir tu vida para siempre, puedes transformarlo. El arte abre la mente, fomenta la creatividad y permite que los niños se expresen”, afirma.
Esta filosofía es lo que la ha llevado a trabajar en proyectos sociales en diferentes partes del mundo, siempre con la convicción de que el arte puede ser un motor de cambio.
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Es por eso que el trabajo de Liliana en Colombia no se detiene. Su próximo sueño es realizar un mural en Barranquilla inspirado en el Carnaval, en colaboración con los reyes momos, quienes a lo largo del 2025 estarán celebrando 30 años de que esta figura haya sido rescatada de la Fiesta por parte de Carnaval S.A.S.
También planea viajar a Santa Marta, ciudad que este año conmemora sus 500 años de historia, para rendir un homenaje a la bahía más linda de América y su riqueza cultural.

“Hay varios proyectos en camino, es por eso que volveré pronto a Barranquilla para seguir aportando con mi arte. Siento mucho cariño por esta ciudad en la que crecí, el arte tiene el poder de unir, de sanar y de dar esperanza, y quiero seguir siendo parte de ese proceso en mi país”, concluye.
Y es que según sus propias palabras Liliana Martínez no solo pinta murales, también dibuja historias, emociones y sueños.