El Festival Audiovisual de los Montes de María (FAMMA) celebra este año su 20º aniversario, marcando dos décadas de cine comunitario que ha sido mucho más que una forma de entretenimiento: es una herramienta de resistencia, memoria y transformación social.
Del 30 de octubre al 4 de noviembre de 2024, en el corazón de los Montes de María, se llevará a cabo una nueva edición del FAMMA bajo el tema: ‘Labrando Memorias, Archivos para la Vida, el Cine, la Paz y la Reconciliación’, consolidando este festival como un referente de acción cultural y comunitaria en Colombia.
Nacido en los años más oscuros del conflicto armado, el FAMMA tiene sus raíces en el Cine Club Itinerante ‘La Rosa Púrpura del Cairo’, que fue creado por Soraya Bayuelo y Beatriz Ochoa, gestoras culturales, comunicadoras y filosofas, con un grupo de jóvenes realizadores audiovisuales, en los años 2000, para hacerle el quite a la guerra.
Este proyecto pionero llevó el cine a las comunidades más afectadas por la violencia en la región, permitiendo que, en medio de la guerra, las personas reflexionaran, se conectarán con otras realidades y crearán espacios de esperanza.
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El Cine Club Itinerante fue una verdadera herramienta de resistencia cultural, permitiendo que los habitantes de los Montes de María sean los protagonistas de las historias que ellos mismos querían contar. Y para hacer movilización social, de apropiación del espacio público vetado por los actores del conflicto y sobre todo de formación de públicos.
Actualmente el FAMMA es dirigido artísticamente por Álvaro Ruiz y cuenta con la dirección de Soraya Bayuelo y la coordinación de la producción audiovisual de Daniel del Toro Vega quienes, con una visión clara, continúan impulsando la misión del festival, junto a otros jóvenes cineastas y creadores audiovisuales que hacen parte del equipo de trabajo y que además de ser facilitadores de las redes de Colectivos de Narradores y Narradoras de la Memoria de los Montes de María, acompañan también a la Red de Mujeres y Jóvenes con los Pies en la Tierra que alberga a más de 35 Colectivas de Comunicaciones y Productores Audiovisuales y desde donde se propone al Cine Comunitario, las prácticas audiovisuales y culturales situadas, como vehículos de transformación social, cultural y ciudadana en la región Caribe.
Una edición especial
Este año, el FAMMA celebra no solo su trayectoria, sino también las historias que han sido contadas y las que están por contarse.
En esta decimotercera versión, el FAMMA cumple 20 años desde su creación, y reafirma su compromiso con la identidad y el sentido de pertenencia de los pobladores de la región Caribe y la subregión de los Montes de María.
Durante este tiempo, el festival ha fomentado la formación de públicos en el audiovisual colombiano, vinculando a niños/as, jóvenes, mujeres y campesinos/as con la producción de contenidos propios y el quehacer audiovisual territorial.
Una de las principales misiones del festival ha sido visibilizar las narraciones y memorias de los realizadores locales, para afianzar la identidad, la ciudadanía y las memorias colectivas.
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Durante todo el año, el FAMMA acompaña y forma a más de 35 Colectivas de Narradores y Narradoras de la Memoria de los Montes de María, quienes producen sus propias obras audiovisuales.
Estas producciones participan en la competencia oficial en la categoría de Producciones Locales, y son presentadas por sus mismos realizadores en la plaza principal de El Carmen de Bolívar. En la ceremonia de clausura, cada uno de estos colectivos recibe el Premio Cinta de Sueños, en la categoría local, de las 16 que hacen parte del FAMMA, reconociéndose como constructores de paz y convivencia pacífica a través del cine, las memorias y la cultura.
En la Convocatoria ‘Cinta de Sueños’ del 13º FAMMA 2024, se destaca la participación de películas producidas por personas pertenecientes a diversas etnias indígenas y pueblos afrodescendientes, reflejando la relevancia de estos temas en Colombia.
El festival se consolida como un espacio propicio para generar diálogos interculturales e intergeneracionales que unen territorios en pro de la convivencia pacífica y la construcción de una sociedad que respete la diferencia de pensamiento y acción.
Un 30% de las 180 obras recibidas provienen de producciones realizadas en el Caribe Colombiano y en la subregión de los Montes de María, posicionando al FAMMA como una gran ventana de exhibición y circulación del audiovisual de la región.
Las temáticas abordadas este año incluyen narraciones étnicas, memorias de paz y guerra, comedia, documental histórico y el uso de materiales de archivo. Asimismo, se destaca la recepción de producciones enmarcadas en la diversidad de género y los derechos de la población LGBTIQ+, quienes confían en el FAMMA como plataforma de difusión y diálogo.
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La convocatoria de Cinta de Sueños 2024 refleja una afluencia constante de documentales y obras de ficción nacionales vinculadas a narrativas campesinas y rurales, así como a las luchas y logros de las mujeres de toda Colombia.
En esta edición también se consolida el uso de materiales de archivo en la construcción de historias. Además, se evidencia la inscripción de varias producciones centradas en los saberes ancestrales de adultos mayores, iniciando intercambios sobre temas clave para las comunidades.
Un gran homenaje
Soledad Acosta Coa, campesina de Los Palmitos, Sucre en los Montes de María, es un símbolo de la resistencia y la lucha por la paz y el territorio en esta región marcada por el conflicto armado, por ello fue elegida como la homenajeada de este año del FAMMA.
A lo largo de su vida, ha representado a las mujeres que, con sus manos firmes y sus pies en la tierra, trabajan para reconstruir sus comunidades, preservando la memoria colectiva y fortaleciendo el sentido de pertenencia a un territorio devastado por la violencia.
Soledad es una mujer montemariana de raíces profundas, que, al igual que muchas otras, ha enfrentado los desafíos de la guerra y el despojo con una determinación inquebrantable. En ella se encarna la historia de tantas mujeres y jóvenes que no se rinden ante la adversidad, sino que toman la labor diaria en sus manos para crear un futuro mejor para sus familias y comunidades.
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Desde muy joven, Soledad entendió el valor de la tierra, no solo como sustento económico, sino como un espacio de memoria y dignidad, donde las tradiciones y los relatos familiares han resistido al paso del tiempo.
“El homenaje a Soledad Acosta Coa durante el Festival Audiovisual de los Montes de María (FAMMA) es un reconocimiento a su papel como guardiana de la memoria, de las semillas originarias, defensora y cuidadora de los derechos de las mujeres campesinas. Su lucha va más allá del trabajo en el campo; es una lucha por el reconocimiento de la importancia de las mujeres en la construcción de la paz, por su participación activa en la transformación social de la región, y por el derecho a vivir en un territorio libre de violencia”, explicó el FAMMA.
Soledad no solo representa a las mujeres de los Montes de María, sino que también personifica las voces de las comunidades campesinas que, durante décadas, han trabajado para sanar las heridas del pasado. Su historia es la de la perseverancia en la defensa del territorio, la reconstrucción de la identidad comunitaria y el esfuerzo continuo por la reconciliación.
Su vida es un testimonio vivo de cómo la resistencia campesina ha contribuido a la creación de espacios de paz en los Montes de María, espacios donde las generaciones más jóvenes pueden crecer arraigadas en el respeto por su cultura y su historia.
A sus 86 años y madre de 12 hijos sueña con que la organización campesina se fortalezca día a día y que en su pueblo haya una sede para la acción comunal, pero también añora que los niños, niñas y jóvenes no pierdan su espíritu campesino y la lucha por la tierra.
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“El festival, para mí, significa mucho. Es un camino lleno de satisfacciones, sueños cumplidos, desafíos logrados y superados, todo en medio de las violencias estructurales que afectan nuestro territorio. El cine, los audiovisuales y los relatos que se proyectan en cada obra cinematográfica permiten una verdadera transformación social. Jóvenes, niños, niñas, mujeres y campesinos encuentran en estas narrativas la posibilidad de contar las historias que ellos desean narrar”, dijo la mujer.