Durante más de tres décadas, la música de Carlos Vives y su fiel compañero, el acordeonero guajiro Egidio Cuadrado, resonó por el mundo.
Juntos, redefinieron el vallenato, llevándolo a nuevos horizontes con su mezcla de sonidos autóctonos y modernos.
Sin embargo, tras la reciente partida de Egidio, ocurrida el pasado lunes en Bogotá, el vocalista se torna mucho más reflexivo sobre la vida, la música y la inmensa pérdida de un compañero de mil batallas que fue mucho más que un acordeonero y al que llamaba su compadre.
Si Vives es el “quijote de la música vallenata”, entonces Egidio fue Sancho Panza, ese que siempre lo respaldó con las notas de su instrumento de viento para aterrizar las más alocadas ideas del “mechudo rockero” que se propuso internacionalizar este folclor con La Provincia.
“Mi compadrito ya descansó, y me da tranquilidad saber que tuvo una vida muy grata”, dijo Vives en medio de la entrevista que concedió a EL HERALDO, tras haber asimilado el golpe que significó para él y todos los miembros de La Provincia, la partida de su eterno acordeonero.
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En el diálogo con esta casa editorial el múltiple ganador de dos Grammy y 18 Latin Grammy, abrió su corazón sobre los últimos años difíciles que vivió Egidio.
Según Vives, la salud de su compadre había empeorado considerablemente en los últimos siete años, al punto de que ya no podía ofrecer conciertos completos.
“Fueron años muy duros, pero en medio de esa adversidad, hizo cosas increíbles como nuestro último álbum Escalona nunca se había grabado así (2023)”, expresó el cantautor.
A continuación reproducimos apartes de la entrevista concedida por el fundador de La Provincia.
¿Cuál fue esa última conversación que tuvo con Egidio?
Fue el 8 de octubre. Junto a Claudia Elena conversábamos mucho con él, estábamos pendientes de su estado de salud. Le sentimos la voz más plena, y nos alegramos. La verdad que estaba muy motivado y pensábamos que todo estaría bien, pero lamentablemente se nos marchó el compadre.
Hay algo de lo que poco se ha hablado y es la faceta de Egidio como compositor ¿Qué puede contarnos en ese sentido?
Él dejó unas grabaciones muy bonitas que deben estar en manos de Luis Ángel ‘el Papa’ Pastor, porque venía haciendo desde hace tiempo su disco. El Papa ha dicho que lanzará un álbum como homenaje póstumo y que solo incluirá tres canciones de otros artistas, del resto serán todas de Egidio. Hay cosas que cantábamos, que me cantaba él a mí, sobre todo una que decía: “Carlos Vives me volvió rockero” (risas), esa nos facinaba a todos los rockeros de la banda y nos reíamos mucho cuando la cantaba. A Egidio le encantaba cantar y tenía buena voz, de hecho hacía coros en nuestros temas de La Provincia y escribimos algunos juntos como Carito. También hizo temas como: Volver al Valle, La puya puyá, La llamada o Amores escondidos. Su espíritu rockero lo llevó a experimentar con muchos géneros, y eso quedará para la posteridad.
A nivel de arreglos, imagino Egidio era el líder…
En las acordeones nuevas, que es el nuevo sonido, las ideas eran mías, yo se las dictaba y él las ejecutaba. Cuando recurríamos y necesitábamos lo que nosotros llamamos la rutina vallenata, no había nadie mejor como mi compadre. Yo siempre le decía que había que llegar al vallenato por cierta vía, pero él me sorprendía y llegaba por otra. Entonces, digamos que para mi compadre también fue importante adaptarse, que no solamente era como la rutina vallenata del mismo paso, sino venir a La Provincia a adaptarse a cosas que eran tan naturales y que acababan en vallenato. Los solos nostálgicos, eran casi de la escuela italiana que se diseñaba para mis acordeones, como en La tierra del olvido, o en cualquiera de esas canciones, mi compadre las estudiaba, y después las tocaba como ninguno, porque al final también había que tocarla en un lenguaje que ya no era el del conjunto vallenato convencional, así que la importancia de mi compadre Egidio en La Provincia fue encontrar y conectar las distintas vías que conducen al vallenato.
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Pese a esa adaptación que tuvo, él jamás perdió su esencia
Para nada, él fue un acordeonista que no dejó su esencia campesina. Musicalmente fue empírico, y siempre apeló a su sentir, por fortuna tuvo en El Papa Pastor un aliado que lo orientaba mucho en el estudio y en el escenario, porque al final, con el conteo de arreglos y de ciertas cosas que llegaron con las nuevas canciones desubicaba un poco al músico campesino, al músico convencional del vallenato.
¿Cómo se decían de cariño?
Él a mí me decía desde que nos conocimos “el mechudo rockero” y yo ‘mi compadre’, esa era la manera más directa en que nos podíamos comunicar.
¿Quíen fue Egidio Cuadrado para usted?
Egidio era mi cable a tierra y el de toda La Provincia. En medio de todos los inventos modernos y las nuevas direcciones musicales, siempre hacía que miráramos a esa esencia campesina que él representaba. Egidio nació con La Provincia y cada idea que yo quería fusionar con Rock o Pop, él siempre me jalaba la oreja y me decía “Oye mechudo, pero no se está escuchando mucho el acordeón” y recapacitábamos para darle ese protagonismo que siempre se mereció. Él cuidaba mucho su esencia y siempre me hacía reclamos fuertes, pero no era para pelear, sino para reflexionar que el camino al final siempre nos llevaba por el vallenato. Yo conocí mucho del imaginario de la provincia de Padilla y todo eso oyendo a Egidio con un montón de cuentos y personajes mágicos de esa región que uno dice que es un lugar completamente mágico. Él era el mejor narrador caribeño.
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Los demás miembros de La Provincia coinciden en que Egidio era la bujía que encendía al grupo ¿Qué dice usted?
Él era dicharachero, vivía echando cuentos, trataba de hacerlo cuando no había mujeres, porque tú sabes eran algo pasados de tono, parecidos a aquel abanico famoso (Sanyo) y los cantaba, pero al escuchar las carcajadas, todas se unían a la reunión y él terminaba como Dolcey Gutiérrez cantando música picante (risas).
Hubo un bache musical entre 2004 (‘El Rock de mi pueblo’) hasta 2013 (‘Corazón Profundo’) ¿Cómo Egidio lo ayudó a reencontrarte otra vez con la creatividad?
No grabamos más por un tema con la disquera, que no quiero recordar, pero nosotros seguimos recorriendo el mundo, esa era nuestra principal función, difundir nuestra música. Luego llega mi esposa Claudia Elena y organiza todo y pudimos grabar otra vez, incluso la última década ha sido una cosa superior en cuanto a todo, a producción, a sonido, a facilidad para los viajes, a calidad para nuestros músicos, incluso para Egidio que nos llevó a retomar las grabaciones y hacer éxito tras éxito sin traicionar nuestra esencia costeña.
¿Se cumplieron todos sus sueños o quedaron algunos en el tintero?
Yo creo que lo único que nos faltó fue tener más tiempo y no correr tanto, aunque, aprovechamos muchos restaurantes, aviones, hoteles, muchos momentos y creo que no nos quedamos debiendo nada. Tuvimos una época que extraño mucho y fue esa cuando grabamos Escalona y después esos primeros años en que estábamos más tiempo juntos.
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¿Qué enseñanzas le deja Egidio Cuadrado?
Egidio es como un poco de la provincia, nos muestra que lo moderno nace de lo más raizal, de lo más ancestral, de lo más auténtico, que siempre las cosas nuevas están conectadas con cosas muy espirituales. A los bogotanos que se sumaban a nuestro grupo, era él quien los acercaba al mundo vallenato.
¿Finalmente usted dijo que con él murió La Provincia, eso es así?
No, ya me han regañado por eso, Claudia Elena me lo reclamó. Yo reflexionaba, pero La Provincia se mantiene en pie y lista para extender su legado.