Hablar de Egidio Rafael Cuadrado Hinojosa es hacer mención directa a la colombianidad en su estado más puro. Este villanuevero se caracterizó siempre por pasearse por los escenarios más importantes del mundo con símbolos que hablaban de su tierra de origen.
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El sombrero vueltiao fue un elemento que jamás dejó, incluso resultaba muy extraño verlo ofrecer algunas entrevistas sin este sombrero que es insignia nacional y que proyecta el talento de los artesanos cordobeses.
También usaba una mochila arahuaca terciada, muestra fiel de su orgullo por sus raíces indígenas. Además en su maleta de viajero reciente no podían faltar sus 12 acordeones, sí, una docena de instrumentos de fuelle, con las que respaldaba la voz del cantante Carlos Vives.
Cuadrado Hinojosa además le decía a todo el que se cruzaba en su camino compadre o comadre, por lo que es considerado el compadre de todos en el mundo vallenato.
Carlos Vives inicialmente anduvo con Gonzalo Arturo ‘el Cocha’ Molina, con él fue que llegó a la telenovela ‘Escalona’ pero sería el destino el que alineará los talentos de Carlos y de Egidio para desde 1991 integrar una de las fórmulas vallenatas más exitosas y duraderas de este folclor.
Por todo esto y más era considerado un verdadero embajador de nuestra cultura nacional. Así lo expresó El Cocha Molina, quien exaltó su talento. “Siendo Rey Vallenato tuvo la virtud de crear un nuevo estilo, alejándose de lo tradicional, incluso tomando como punta de lanza de su proyecto junto a Carlos Vives los clásicos del maestro Rafael Escalona con el único propósito de internacionalizar nuestra música vallenata, lo cual al principio como todo pudo resultar chocante para muchos, pero después cuando vieron su hazaña, fue aplaudido”, dijo El Cocha.
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Fiel a sus convicciones
Nacido en Villanueva, La Guajira, fue un luchador noble, sencillo y con una extraordinaria sabiduría musical, que lo llevó a sobresalir hasta traspasar fronteras, teniendo un inmenso mensaje vallenato que sonó en un acordeón acompañado de su canto.
Egidio Cuadrado comenzó a tocar el acordeón a los 6 años y, con el tiempo, se convirtió en uno de sus intérpretes más respetados, coronado como Rey Vallenato en 1985 en Colombia. A principios de los años 90, Carlos Vives lo invitó a participar en la agrupación La Provincia, como un homenaje a la colombianidad, a los músicos de las regiones más apartadas y rurales del Caribe, y como un laboratorio para nuevos talentos de la música colombiana. La Provincia se convirtió en un país unido trabajando, en un equilibrio de territorios y en un cruce de caminos musicales que dio origen al ‘Rock de mi pueblo’, de Carlos Vives. Esta invitación de Carlos a Egidio, quienes ya sumaron más de tres décadas de amistad y trabajo, los llevó también a colaborar en grandes obras maestras como ‘La Tierra del Olvido’, en la que el acordeón de Cuadrado tiene un rol protagónico. Un concertista nato, Cuadrado encarnó la magia del folclor colombiano e inspiró a una nueva generación de músicos a mantener viva la tradición.
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Sus últimos destellos
En los últimos años, pese a su delicado estado de salud, sacó fuerzas para trabajar en lo que más le gustaba, la música.
Participó en el álbum, “Escalona nunca se había grabado así”, una aventura que se originó en Villanueva, Guajira, al encontrar el cuaderno perdido de Escalona y en torno a él, volver a grabar esos clásicos que catapultaron a Egidio y a Vives en 1993.
Luego, a finales de 2023, regresó al escenario y como todo un Rockstar, volvió a tocar junto a La Provincia en el Estadio El Campín en el concierto “El tour de los 30″.
Egidio Cuadrado, el mismo que nunca dejó su sombrero vueltiao, su mochila arhuaca y sus 12 acordeones, quedará para siempre en nuestros corazones; añorando ese canto vallenato que permeó en su noble corazón y diciéndole al mundo que la vida tiene el mayor sentido cuando suena el acordeón de un Rey Vallenato como él.
Su partida deja un vacío profundo en la música y en la vida de quienes lo conocieron. Con su acordeón, tejió melodías que resonaron en el mundo entero, en las fiestas colombianas y en las reuniones familiares, creando un lazo entre generaciones. Su sonrisa cálida y su espíritu generoso transformaron cada acorde en un abrazo sonoro, y sus palabras siempre llenas de cariño hacían sentir a todos como parte de su familia. Hoy, mientras lo recordamos, celebramos no solo su inmenso talento, sino también el legado de amor y alegría que dejó en cada nota. Egidio, tu música seguirá viva en cada rincón donde se escuche el eco de tu acordeón.