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Hoy hace exactamente medio siglo murió el hombre que abrió el camino para que la música popular colombiana pudiera tener formato sinfónico. Se trata del maestro Adolfo Mejía Navarro, oriundo de Sincé, Sucre, quien forjó su carrera desde Cartagena.

Este 6 de julio se conmemoran 50 años del fallecimiento de este emblema de nuestra música que brilló en todas sus facetas. Compositor, pianista, guitarrista y arreglista, son algunos de los talentos que tuvo este maestro que se inició en los diferentes formatos tropicales y de jazz. 

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Pese a que la mayoría de su obra está relacionada a la academia y es repasada en el Caribe colombiano por quienes estudian piano, también creó piezas populares como fandangos, chandés, danzones y el bolero Cartagena, siendo este su tema más popular, con letra del locutor y poeta manizaleño Leonidas Otálora.

Uno de los grandes conocedores de su obra Hernán Alberto Salazar Cabarcas, maestro en Música, Magíster de la Historia del Arte y profesor del Conservatorio ‘Adolfo Mejía’ en Cartagena, en diálogo con EL HERALDO, lo definió como el músico que divide en dos la historia de la música en el Caribe colombiano. 

'Es quien se atreve a romper ese dogma que existía en la música nacional de que los ritmos costeños y de origen negro no se podían tocar en una orquesta sinfónica. En los años 30’ las composiciones con cierto sabor negroide, de la costa Caribe o Pacífica, eran vistas de forma despectiva'.

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Para esa época lo único que cabía dentro de la música colombiana académica era el pasillo o el bambuco, así que Mejía en 1938 se atreve a presentar en el Concurso Nacional de Composición ‘Ezequiel Bernal’ una obra que rompe el molde. Se trata de Pequeña suite, con la que gana el premio, adquiere fama nacional y obtiene la beca para irse a estudiar a Europa. 

Él ya había estado estudiando en Estados Unidos desde 1930 donde aprendió orquestación y había grabado centenares de discos en Columbia Records. También estudió en Francia con la profesora Nadia Boulanger, quien formó a los mejores músicos del mundo en el siglo XX.

'Su obra no es extensa, porque mucha información se la llevó a la tumba ya que no la escribió, sino que se la sabía de memoria; pero nos quedamos con varias obras en distintos formatos. Tenemos 16 obras de música de cámara, 10 arreglos corales, 7 canciones académicas y 15 obras sinfónica', dice Salazar, quien agrega que tal vez es el colombiano con el mayor número de poemas sinfónicos. 

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'Tiene varias suites para orquesta de cámara, para bandas sinfónicas, porque él durante seis años dirigió la banda sinfónica de la Armada Nacional. También tiene 26 obras para piano y música en formato Big Band, que fue lo que grabó en los años 30 en EE. UU, un formato similar al de Lucho Bermúdez, de quien fue gran amigo'.