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Al compás del cencerro, las maracas y el timbal, Barranquilla se engalanaba para recibir una fiesta sin igual. Las calles adornadas con carrozas y flores en todo lugar daban espacio al desfile principal.

Una cohorte de fieles súbditos que acompañaban la gala de la reina central, proclamaban que la risa y la mirada de Carolina eran alborada que anunciaban alegre el viejo bando del Carnaval.

Recordado como una mañana muy especial, desde temprano el incandescente sol barranquillero compartía el espacio de la prominente avenida Olaya Herrera, ahora conocida como la carrera 46, con el ímpetu de las brisas que visitan la ciudad hasta finales de marzo.

En la historia quedó registrado que para 1953, hace 70 años exactamente, Carolina Manotas Baena, como llevaba en ese momento su nombre de soltera, fuera designada reina central del Carnaval de Barranquilla.

El paseo real contó con varias etapas, era labor inamovible de la reina recorrer toda la ciudad. Y en una carroza solo para ella, que tenía como atractivo principal una lira hecha de flores, Carolina celebró así su tradicional Sábado de Carnaval.

El multitudinario público que asistió a la Batalla de Flores la ovacionaba tanto que ella saludaba, y aunque no era convencional en aquella época que las reinas bailaran, su emoción le permitió sincronizar su cuerpo con el sonar de la música.

'En ese momento la tradición del Carnaval no era guiada hacia la danza, toda la puesta en escena era dirigida a rendirle tributo a la figura de la reina. Y a mí vinieron a visitarme muchos grupos de danza del Atlántico que hacían unas presentaciones hermosas, y aunque tradicionalmente las reina no bailábamos yo a veces me dejaba salir uno que otro pase', rememoró.

A sus recientes 91 años, aún la memoria le permite recordar que la experiencia de su Carnaval fue divina.

'Divino, para mí todo mi Carnaval fue eso, divino. Se hizo el recorrido por Barranquilla, desde El Prado hasta el centro y luego regresamos al norte. La gente estaba muy contenta y yo me sentía dichosa'.