Por Fausto Pérez Villarreal
La noche del 3 de marzo de 2018, en una espaciosa casa finca llamada ‘Tierra en el ojo’, ubicada en el kilómetro 81 de la carretera, sobre la margen derecha que de Sincelejo conduce a Cartagena, exactamente frente al sector conocido como Villa Alegría, pasando San Jacinto (Bolívar), Alfredo Gutiérrez, el acordeonero que más veces ha salido triunfador en el Festival de la Leyenda Vallenata, y Adolfo Pacheco, el más versátil de los compositores de las sabanas de Bolívar, coincidieron en una misma tarima, después de 45 años, y cantaron a dúo algunas de las piezas más significativas del folclor.
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El memorable reencuentro, para bien de la música popular del Caribe colombiano, se produjo en una fiesta privada, con motivo del cumpleaños de Toño Viana, un patriarca sanjacintero que al día siguiente arribaría a sus 99 años de vida.
¿Cómo se programó el evento? Galo Viana, uno de los hijos del homenajeado, y gestores del evento, refresca la historia:
'Era enero de 2018. Me encontraba en el kiosko de la casa donde mis padres han vivido durante 60 años, en San Jacinto. Junto a mí estaban tres sobrinos y mis hijos Camilo y Daniela. En mes y medio sería el cumpleaños de mi padre. Hablamos de su longevidad y ejemplo de vida, y le prometí que si llegaba a los cien años le haríamos entre todos sus hijos una fiesta tremenda, para celebrar a lo grande ese acontecimiento.
Recuerdo que el esposo de una sobrina lanzó dos interrogantes que me hicieron reflexionar: '¿Para qué esperar tanto?, ¿Por qué no hacemos esa fiesta ahora? Yo, que estaba recostado en la hamaca, apunté: Verdad, ¿por qué no lo hacemos ahora? Estamos a mes y medio y podemos organizarlo.
Recordé lo que siempre les digo a las personas que dirijo y que forma parte de mi filosofía: vivir el presente. Entonces, dije para mí: ¡qué tal que mi papá no llegue a los cien años, o que sea yo el que no llegue a ese momento, o qué tal que me pase algo, me enferme. ¡No señor: vivamos el presente! Tomamos la decisión de organizar la fiesta de los 99 años. Le pregunté a mi padre: Toño Viana, ¿a quién de los artistas vivos quisieras escuchar? Me respondió sin vacilar: ‘quiero escuchar a Alfredo Gutiérrez’.
La llegada de Adolfo Pacheco, a la fiesta, fue providencial. En realidad fue una ocurrencia del propio Adolfo luego de enterarse que Alfredo Gutiérrez iba a estar ahí. Me dijo: ‘escuché que hay una fiesta con Alfredo Gutiérrez. Yo quiero estar ahí’. Y así se hizo. Finalmente, mi padre no llegó a los 100 años, que era lo que yo quería, pero se gozó a Alfredo. La enseñanza que nos deja esta experiencia consiste en no procrastinar sino en vivir el presente'.