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Los colombianos están conociendo a fondo la vida del juglar vallenato Leandro Díaz, el juglar ciego de nacimiento, gracias a la bioserie que el Canal RCN emite hace una semana.

Tras la emisión de cada capítulo de Leandro Díaz, su nombre se convierte en tendencia en redes sociales, debido a que muchos cuestionan la crueldad con la que el padre del cantautor lo castiga. También porque le es infiel a su pareja con su propia hijastra.

EL HERALDO dialogó con Ivo Díaz, hijo del fallecido maestro, quien entregó detalles sobre la vida de su papá y confirmó que estos son solo dos de los aspectos por los que su padre tuvo una vida muy sufrida.

Ivo, que es dueño de una voz fuerte, clara y melodiosa que ha hecho sentir en el mundo vallenato, comenzó por explicar que su abuelo Abel Duarte, que es interpretado por el experimentado actor Diego Vásquez, rechazó a Leandro desde el momento de su nacimiento por ser ciego, considerando que esta era una especie de castigo.

Parte del sufrimiento que vivió el músico que 'componía con los ojos del alma', lo plasmó en sus canciones y el resto solo lo contó a su círculo más cercano, entre ellos a Ivo, uno de sus diez hijos, quien se mantuvo a su lado como su Lazarillo.

Ivo, que es la fórmula musical del actual Rey de Reyes, Almes Granados, contó que el padre de Leandro le construyó una banquita debajo de un árbol para mantenerlo lejos de la casa ubicada en la finca de Alto Pino, que yacía en la vereda Lagunita de la Sierra (Barrancas-La Guajira).

'Lo que él vestía eran remiendos de la ropa que los hermanos dejaban o de la que quedaba de su papá. En la serie muestran que lo dejaban solo con Jaime que era el más pequeño, eso también es verdad. Él nos contó todo su sufrimiento, las maldades que le hacían algunos de sus hermanos y el desprecio de su padre. La vida de Leandro fue tan sufrida como se muestra en la serie'.

Dijo que el maltrato que recibió de su familia, lo llevó a reflexionar y jamás le puso la mano encima a ninguno de sus diez hijos.

'Mi papá nunca nos maltrató, por el contrario, nos reunía por las tardes a contarnos sus dolores, cómo lo trataron, cómo le tocó abrirse campo en medio de su familia y también de mucha gente que lo veía como un estorbo. Nos contaba que lo veían como la persona que viene a pedir limosnas, le tiraban las puertas y si lo oían cantar decían que estaba loco'.