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Darío Gómez fue un artista que durante sus 46 años de carrera profesional se debió al pueblo. Sin embargo, sus familiares decidieron que la eucaristía y su funeral fueran actos privados. Sus seguidores querían acompañarlo hasta su última morada y por ello viajaron desde distintos rincones del país hasta Medellín y se tomaron las calles hasta llegar a los alrededores del cementerio Campos de Paz. Allí la Policía tenía desplegado un dispositivo para controlar el acceso, el cual solo sería para familiares y los amigos más cercanos al denominado ‘Rey del Despecho’.