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Barranquilla esconde en varios de sus rincones algunos secretos que están ligados a la memoria urbanística. Ese es el mejor camino para descubrir la verdadera esencia de ‘La Arenosa’.

Como sacado de una película de ficción, aparece el Centro Interactivo de Memoria Urbana (Cimu), uno de esos rincones en los que cada mes se crea una experiencia al público para que cada espectador descubra los encantos de la capital atlanticense a través de la actividad denominada ‘Una Noche en el Museo’.

La velada inicia ingresando al edificio de la Aduana, su majestuosidad iluminada por las estrellas recuerda los más de cien años que lleva levantada esta obra declarada Monumento de la República.

El recorrido parte saludando a la Estación Montoya, lugar al cual llegaba el comercio desde Puerto Colombia durante los años 30 y donde permanece inmortalizada ‘Doña Elenita’, una locomotora de la época que rinde homenaje a la actividad transportadora.

Luego de una interpretación teatral, los bocinazos de vapor de ‘Elenita’ anuncian que la noche en el museo ha comenzado y algunos misterios podrían desvelarse por los pasillos.

Juan Pablo Mestre, guía del museo, hace un recuento oral que invita a ejercitar la memoria. En este se recuerdan las ubicaciones que tenía el comercio en las viejas calles del centro y se hace mención de Juan Bernando Elbers, el hombre que inició con la navegación comercial en Colombia, un embeleso de nostalgia que remonta a los inicios de esta urbe.

Las paredes del edificio no solo recuerdan el empuje comercial y la navegabilidad del río, este también fue escenario de producciones audiovisuales como las lideradas por Ernesto McCausland y el espacio que ocupan grandes artistas como Esthercita Forero y Joe Arroyo.

Luego de caminar un par de metros más, se encuentra la entrada del Cimu que promete llevar a sus visitantes a emprender un viaje por la historia de la ciudad.