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Una palabra en el momento preciso puede cambiar el actuar humano. Este Domingo de Ramos, el papa Francisco presidió la misa que conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén y emitió varios mensajes de reflexión al mundo, en la apertura de la Semana Mayor.

En la Basílica de San Pedro (Vaticano) se llevó a cabo la celebración de la Pasión del Señor y la Oración del Ángelus, conmemorando el momento de la Encarnación y Anunciación, cuando el ángel Gabriel le dijo a la Virgen María que iba a ser madre de Jesús.

Otra Semana Santa en pandemia indica que las formas de desenvolverse cambiaron y ejemplo de ello son las celebraciones y eventos religiosos. Las iglesias buscaron alternativas para llevar la palabra a sus fieles a través de la virtualidad y permitiendo un porcentaje de aforo en los templos.

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El ´papa lideró la vocería desde el Vaticano rodeado de miembros de la iglesia y de pocos feligreses que asistieron a la liturgia para elevar varias plegarias dirigidas a toda la sociedad.

De la admiración al asombro. Haciendo énfasis en la entrada de Jesús a Jerusalén y conmemorando este episodio, Francisco inició su discurso religioso. Describió cómo fue su ingreso en un burro, frente a un pueblo que esperaba al libertador poderoso, portador de una espada y de aspecto soberbio. 'Aquellas personas seguían más a la imagen de un Mesías que al Mesías real. Seguían la imagen, no al verdadero ser'.

En ese momento, indicó que es necesario pasar de la admiración al asombro. Este fue el tema principal de su palabra.

'Admiraban a Jesús, pero no estaban dispuestos a dejarse sorprender por él. El asombro es distinto a la simple admiración, porque la admiración puede ser mundana, busca los gustos y expectativas de cada uno, en cambio el asombro permanece abierto al otro, a su novedad', expresó.

Para el Santo Padre, la admiración no es suficiente con Jesús, hay que seguir su camino y dejarse sorprender por él.

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'También hoy hay muchos que admiran a Jesús porque amó, perdonó y porque su ejemplo cambió la historia y así lo admiran, pero sus vidas no cambian porque admirar a Jesús no es suficiente, es necesario seguir su camino, dejarse cuestionar por él. Pasar de la admiración al asombro. Y qué es lo que más sorprende del Señor y su pascua: es alcanzar la gloria por el camino de la humillación. Él triunfa acogiendo el dolor y la muerte, que los otros rehenes de la admiración y el éxito evitarían'.

Cuestionarse sobre el porqué toda la humillación, de su coronación con espinas, del padecimiento de su muerte, es un paso al asombro y al entendimiento de la palabra de Dios. En esta Semana Santa, Francisco invita a levantar la mirada a la cruz para recibir la gracia del estupor, a dejar a un lado las frustraciones y a abrirse al don del espíritu.

'Volvamos a comenzar desde el asombro, mirémosle y digámosle: Señor, cuánto me amas. Dejémonos sorprender por Jesús para volver a vivir porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados', pidió en oración.