Con un metro y medio de hilo, una aguja y mostacillas de diferentes colores, Andrea Tapia Orellano está lista para elaborar un pectoral. Inserta el hilo en la aguja, escoge el color de las piedras y concentrada comienza a tejer.
San Salvador es el barrio de Barranquilla donde vive esta joven de 21 años, artesana y sobreviviente de cáncer. Desde niña sintió afinidad por las manualidades. En las cientos de piedras que tiene en un recipiente organizado por colores, Andrea escoge 10 para iniciar la elaboración de un collar.
De esa selección solo utiliza nueve para formar la primera hilera, dejando la mostacilla sobrante para comenzar la segunda, así repite el proceso durante 16 horas que distribuye en dos días. Cuando el hilo se está acabando introduce otro poco por las piedras que tejió anteriormente y continúa.
Desde hace tres años y medio esta joven artesana viene luchando contra una enfermedad que resultó peor que el mismo cáncer que padecía, la depresión. Pasar de estar sana a poseer un tumor en el cerebro fue un golpe muy duro para ella y su familia; sin embargo, decidió no rendirse y luchar.
'Es importante seguir adelante ayudando y apoyando a otros jóvenes que pasan por lo mismo', dice.
Cuando el tumor le fue extraído, esta barranquillera se dedicó a trabajar en su espíritu y en la bisutería. Lo que inició como un hobby hoy es su principal fuente de ingresos. 'Hay personas que se cierran en el problema, yo lo vi como una oportunidad, porque no me puedo mover tanto y tengo que distraerme para no pensar en mi dificultad. Eso fue lo que me salvó'.