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Cien mil pesos cuesta la posibilidad de contagiarse de covid-19. Eso fue lo que pagó Luisa* para ir a una fiesta clandestina en Sabanilla, corregimiento de Puerto Colombia (Atlántico), luego de que se anunciara por Instagram. La joven, de 23 años, contó que 'casi todos los fines de semana' se realizaba al menos una fiesta de grandes proporciones, aun cuando están prohibidas las reuniones sociales y eventos masivos.

Por eso, para este tipo de eventos los organizadores se las ingeniaron para mantener todo 'en secreto', así que solo revelaban la ubicación del lugar una vez la persona comprobara que pagó las boletas de entrada.

A la primera fiesta a la que asistió la joven fue en Sabanilla, ubicado a 13 kilómetros de distancia de Barranquilla. La joven recuerda que estaba nerviosa: 'Me dio mucha risa porque me compré un tapabocas que me combinara con la ropa y al llegar allá me di cuenta de que nadie tenía el tapabocas puesto'.

Sin embargo, antes de llegar a su destino, el carro en el que iba Luisa fue retenido por la Policía. En Puerto Colombia había toque de queda y sabían que estaban incumpliendo la ley. 'Para mí fue muy impactante porque nosotros llegamos y prácticamente en la puerta de la entrada estaba la policía y nos pidieron los papeles'. Ella pensó que les iban a poner un comparendo, pero 'solamente estaban buscando ‘la liga’ y obviamente nosotros les pagamos porque no queríamos tener un comparendo'.

La noche transcurrió sin más contratiempos. Bailaban en la oscuridad y en medio de un gran barrizal, producto del aguacero que cayó ese día. A su alrededor había aproximadamente 100 personas que se encontraban en la misma condición. No era la fiesta ideal, pero, para ellos, no había otra opción, era una fiesta clandestina. Según Luisa, al ser un sitio tan retirado la gente viajaba en carros particulares y otros se regresaban en taxis. Para ella, la razón por la cual hacen las fiestas tan lejos es porque 'así no hay gente cerca que las denuncien'.

Ante el presunto soborno para evitar comparendos por este tipo de fiestas, la Policía no quiso responder.

En Barranquilla, solo en el puente festivo del 31 de octubre se detectaron 450 fiestas, capturaron a 70 personas y se impusieron 680 comparendos, según cifras reveladas por el Coronel Oleskyenio Flórez Rincón, comandante Operativo y de Seguridad Ciudadana de la Policía Metropolitana de Barranquilla.

De acuerdo con las autoridades, fue en los barrios populares como El Bosque, Ciudadela 20 de Julio, Simón Bolívar, San José y el Silencio donde más se presentó un 'comportamiento complejo' por las reuniones sociales que continúan prohibidas. 'Muchos ciudadanos creen aún que hacer fiestas en su casa, con muchas personas congregadas no les va a afectar con la Covid-19', aseguró el coronel Flórez en un comunicado. Y recordó, además, que las medidas sanitarias están para proteger a la ciudadanía y evitar las muertes por coronavirus.

Precisamente en los barrios El Bosque y Ciudadela 20 de Julio es donde más se han reportado muertes por coronavirus con 64 y 52 fallecidos, respectivamente, según cifras de la Secretaría de Salud, a corte del 5 de diciembre. Hasta el momento, la Ciudadela 20 de Julio es el tercer barrio con más casos activos (42).

En la capital del Atlántico hay 46.291 casos positivos, 1.756 fallecidos y 1.459 activos. De estos últimos, 1.370 se recuperan en casa, 61 están hospitalizados y 28 se encuentran en UCI. Los casos activos se distribuyen entre las cinco localidades de la ciudad: Norte-Centro Histórico (463), Suroccidente (332), Riomar (241), Suroriente (259), Metropolitana (139).

A pesar de estas cifras alarmantes la gente sigue haciendo caso omiso.

Algunas de las razones por las cuales personas como Luisa siguen celebrando en medio de la pandemia es la adrenalina que genera el escape y la supuesta inmunidad que creen tener los jóvenes. Así lo explicó Leonardo Romero, sociólogo y profesor de la Universidad del Atlántico.

Sin embargo, para Jair Vega, sociólogo de la Universidad del Norte, la desinformación y la cultura también son otros factores que influyen en el comportamiento de las personas ante el coronavirus: 'En primer lugar, el comienzo de la pandemia fue algo bastante complejo porque no había claridad de cuáles eran los comportamientos. No había muchas certezas y, por otro lado, se crearon una cantidad de canales de desinformación que han hecho que la gente no tuviera certeza de cuáles eran los comportamientos más adecuados'.

Vega recordó que el comportamiento ligado a la cultura se debe al contexto caribeño en el que se vive: 'Hay diferentes elementos por los cuales se diferencian las formas del comportamiento de regiones como esta. Eso tiene que ver con la forma en la que se asume la vida, lo festivo. La gente dirá ‘qué sentido tiene vivir la vida, si no se festeja’'.

Una posición similar expone Romero al asegurar que las celebraciones en medio de la pandemia no solamente las hacen los jóvenes, también los adultos y población marcada por una cultura caribeña. 'Nuestra cultura en esta región del país está muy cercana a la festividad, a la popularidad. El tomar, el estar con los amigos, el colocar la bulla en la casa y que todo el mundo nos escuche que estamos felices, refleja la idiosincrasia y el espíritu de apertura que tenemos. Pero hay que saber canalizar esa emociones y situaciones en este contexto del coronavirus porque podemos contagiar a otra persona que sí se están cuidando y que hasta ahora empiezan a salir', profundizó. 

Los dos sociólogos coinciden que no se trata de un asunto de estratos sociales y que afecta a todos por igual, de hecho es un problema 'transversal' que 'de pronto en los barrios del sur es más visible porque ponen el picó, y en el norte de la ciudad sólo se nota cuando las fiestas se salen de control y se generan los escándalos', dijo Jair Vega.

Por su parte, el académico de la Uniatlántico concluyó que también es necesaria la sanción social. 'No se trata sólo de la sanción económica, sino cómo hacer que las personas no repitan esas conductas. Y ahí yo creo que tiene que manejarse un criterio para que esa cultura de la responsabilidad pueda caer dentro de nosotros, porque el cuidarse no le corresponde a nadie más que a uno mismo'.

*Nombre cambiado a petición de la fuente por seguridad.