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Debió ser en mi segunda visita al Umbria Jazz Festival en Italia, tal vez a comienzos de la década del 2000, cuando vi por primera vez a este pianista italiano, uno de los grandes jazzistas europeos de todos los tiempos, en el teatro Morlachi de la antigua ciudad de Perugia, en un concierto de piano solo en el marco del que sigue siendo uno de los tres más grandes festivales de jazz del mundo. Y bastó esa experiencia para saber que había en su piano y en su música otra manera de expresar el jazz.

Luego volví a verlo en el Festival de Música de Cartagena, en 2015, en el concierto inaugural de aquel año con un trío de jazz integrado por Scott Colley, contrabajo (uno de sus side men más recurridos), el mandolinista Avi Avital y la participación además del Ensamble Iónico de Marco Zurzolo.

Entre esas dos experiencias, distante una de otra por más de 20 años, y en los cinco años posteriores a su concierto en Cartagena, es imposible llegar a conocer y apreciar la ingente cantidad de música que ha interpretado, compuesto, arreglado y producido este genial músico italiano, nacido en Roma en 1949, y que hoy por hoy aparece recogida en un extraordinario acervo musical de más de 120 discos en los que él figura en calidad de líder, co-lider y como pianista acompañante.

Su experiencia colma las más diversas ambiciones musicales: el jazz en cuya voz personal indiscutible resuenan ecos y resonancias, alusiones e intertextualidades de Bill Evans, Chic Corea y Keith Jarret, cuando se expresa por ejemplo teniendo como medio el piano solo; o en el desafiante formato del trío de jazz al lado de Jasper Somsen y Jorge Rossi; Thomas Fonnesbæk y Ulysses Owens Jr.; Jasper Somsen y André Ceccarelli; André Ceccarelli y Diego Imbert; Bruno Tommaso y Ole Jørgensen; Marc Jhonson y Joey Barón; Scott Colley y Antonio Sánchez (que estuvo por primera vez en Barranquijazz con Simón Char); Paul Motian y Marc Johnson; Hein Van de Geyn e André Ceccarelli; y con tantos más en el clásico formato de piano, bajo y batería con los que ha logrado éxitos tremendos en Europa y Estados Unidos.

Pero también en los más diversos formatos: en dúos de piano y contrabajo, piano y guitarra, piano y clarinete, saxo y piano, trompeta y piano, piano y piano, contextos en los que pueden a veces aparecer voces femeninas casi milagrosas como las de Ada Montellanico, Simona Severini y Tina May. Así también en cuartetos y quintetos y orquestas, para volver aparecer cada tanto en su piano solitario en cualquier festival de jazz o sala de concierto del mundo.

Tendríamos que tener en cuenta algo de la historia del jazz fuera del ámbito estrictamente norteamericano para entender que fueron primero Italia y Francia las que, desde finales de los años 40, y en las dos décadas posteriores, y en los años siguientes, sirvieron de refugio a muchos jazzistas norteamericanos que iban a hacer su Europa en giras jazzísticas y a escapar de paso de la terrible atmósfera de exclusión y estigmatización que sufrían muchos jazzistas en esa época. Por eso tal vez París y Roma (y Madrid un poco menos) tienen una tradición de jazz ciertamente respetable. Esa puede ser la razón por la que desde muy joven el talentoso Pieranunzi tuvo la oportunidad de compartir y acompañar en conciertos y discos a grandes figuras del jazz de los Estados Unidos a comienzos de los 70 y luego participar en discos y conciertos con figuras como Chet Baker, Lee Konitz, Kenny Clarke, Sal Nístico, Kay Winding, Bill Smith, Art Farmer, Phil Woods, Billy Higgins, Paul Motian, Charlie Haden, Ronnie Cuber (que también estuvo en Barranquijazz), Steve Swallow, Chris Potter, Marc Johnson (presente también en Barranquijazz) y Joey Baron, entre otros.

Destacan también dos experiencias extraordinarias con grandes orquestas de jazz como en los casos de la Bruno Tommaso RAI Big Band y la Brusels Jazz Orchestra con el trompetista Bert Joris, discos ambos, especialmente el segundo, de una exquisita factura orquestal y un repertorio jazzístico de primer orden con temas originales de Pieranunzi.

Pero cuando decide visitar o revisitar los predios de los clásicos el gran pianista italiano se luce haciendo de la música de Bach, Haendel, Scarlatti, Milhaud, Gershwing, Martinu, Debussy, Satie, Shumann, Fauré, Weill, o Stravinsky, deliciosas aproximaciones que militan con grandes logros de estilo en la llamada 'tercera corriente' en la que las grandes obras de los clásicos europeos funden sus aguas con las del gran río del jazz.

Y no podría cerrar este aparte sin traer a colación un disco titulado América, que interpela las músicas de Norte y Suramérica como es el caso de este dúo a dos pianos con Bruno Canino, en el que hacen un interesante y bello repertorio compuesto por dos piezas de Guastavino, dos de Piazzolla, un danzón cubano de Copland, y sendas piezas de Bolcom y Gershwin.

Habría que destacar también que si bien su lirismo y su enorme capacidad de producir swing con sus piano y con su música, de indudable dimensión poética, que son virtudes que grandes críticos de jazz como Nat Hentoff, Joachin Berendt, Ray Spencer y Josef Woodard han destacado en importantes publicaciones especializadas, también es posible hallar a Pieranunzi enfrentando experiencias de gran complejidad estructural y conceptualizaciones de cierta experimentación intelectual como en el caso de su disco titulado Frame, una producción que rinde homenajes muy hermosos y dicientes a pintores como Pollock, Klimt, Hopper, Picasso, Klee, Rothko, Matisse y Mondrian, para redondear así un disco deslumbrante en el que podemos descubrir otro de sus lados creativos y poéticos.

Y no puedo no mencionar un maravilloso disco de latin jazz, que estoy seguro que nuestros especialistas no conocen, titulado Enrico Pieranunzi Latin Jazz Quintet, grabado en vivo en 2008 en el Birland de Nueva York, acompañado por el mexicano Antonio Sánchez en la batería, el argentino Diego Urcola en la trompeta (que ha venido en reiteradas ocasiones a Barraquijazz), el norteamericano John Patitucci en el bajo acústico y eléctrico, y por el cubano Yosvany Terry (que también ha estado en nuestra ciudad) en los saxos alto y soprano. Definitivamente un disco para asomarse con interés y gozo a otra dimensión del jazz latino.

Por ahora conformémonos con este concierto virtual de hoy mientras tenemos la oportunidad de disfrutarlo presencialmente en una muy próxima oportunidad en Barranquilla.