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'Ella no es una mercancía con la que se comercia, no es un objeto de deseo, no es un estorbo del que librarse: es una niña', cita el más reciente estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas, haciendo alusión a la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y el sesgo contra las niñas, tres de las prácticas más nocivas que sufren las mujeres y de las que advierte la organización, de no tomarse medidas urgentes, podría retrasar los esfuerzos por la igualdad de género en el mundo. 

A pesar de que no están del todo claras las repercusiones que tendrá la pandemia del COVID-19, según el estudio, podría retrasarse la ejecución de proyectos diseñados para acabar con estas prácticas nocivas contra las mujeres. A lo anterior se suman los daños económicos ocasionados por la pandemia, que aumentan la vulnerabilidad de las niñas ante estas prácticas. 

En un estudio realizado de forma conjunta por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Avenir Health, la Universidad Johns Hopkins (EE. UU.) y la Universidad de Victoria (Australia) fueron analizadas algunas posibles consecuencias de la pandemia con respecto a estas prácticas.

Según las estimaciones, en caso de que la pandemia retrase dos años los programas de prevención de la mutilación genital femenina podrían darse dos millones más de casos en los próximos 10 años. En cuanto al matrimonio infantil, el retraso de un año en estos programas llevaría a 7,4 millones de niñas al matrimonio forzado.

Las estimaciones señalan además que la crisis puede ser un agravante para las niñas en riesgo de contraer matrimonio infantil, pues 'la recesión económica causada por la pandemia dará pie a unos 5,6 millones más de casos de matrimonio infantil entre 2020 y 2030. Por tanto, se prevé que el efecto total de la pandemia ocasione 13 millones de casos de matrimonio infantil adicionales'.

'Las prácticas nocivas contra las niñas les causan traumas profundos y duraderos, privándolas de su derecho a alcanzar su pleno potencial', señala a través de un comunicado de prensa Natalia Kanem, directora ejecutiva del Fondo. 

'La pandemia dificulta y hace que nuestro trabajo sea más urgente, ya que ahora están en riesgo muchas más niñas', agrega. 

Brecha de género

Nacer mujer significa una desventaja en todo el mundo debido al riesgo de violencias, desigualdad y discriminación por razones de género.  

La ONU advierte que la desigualdad de género estará presente en las sociedades por más de un siglo, mientras que la barrera económica tardará al menos 257 años, según informó en 2019 el Banco Mundial, cifra que en tiempos de pandemia podría incrementarse si continúa el ritmo actual. 

Lo que quiere decir que ninguna mujer que viva en este momento, ni sus hijas, ni siquiera sus nietas conocerán un mundo sin disparidades económicas y tal vez sociales relacionadas con el género.

En América Latina y el Caribe

Aunque en muchos países del mundo está prohibido el matrimonio infantil, este está presente en todos los continentes y esto incluye a América Latina y el Caribe, donde una de cada cuatro niñas está casada o en unión informal antes de cumplir los 18 años.

Esta cifra, en algunas partes de la región, asciende a una de cada tres, según datos de Unicef (2019). En las regiones, el matrimonio infantil está relacionado con la pobreza, la falta de oportunidades laborales, el difícil acceso a la educación y la desigualdad social, siendo esta una opción para que familias se 'libren' de la manutención de las niñas o puedan venderlas realizando con ellas un proceso transaccional en el que pierden su autonomía y las decisiones sobre su vida y su propio cuerpo.  

De las tres prácticas nocivas que destaca el estudio el matrimonio infantil es la que tiene más prevalencia en América Latina y el Caribe. 

Para la socióloga, docente, especialista en temas de violencia de género y exrectora de la Universidad del Atlántico, Rafaela Vos Obeso, la pandemia expuso situaciones denigrantes para niños, mujeres y adolescentes. 

'El abuso infantil, que no es efecto de la pandemia, ha existido siempre; pero la cotidianidad lo había casi invisibilizado. La pandemia también expuso las miserias humanas, la pobreza extrema, las altas tasas de desempleo y la condición de vulnerabilidad que viven las poblaciones rurales y étnicas campesinas. Lo que implica una revisión de los gobiernos, de las políticas públicas para mejorar la condición de mujeres y hombres, así como el estado de vulnerabilidad en que quedan las mujeres porque muchas perdieron el empleo, agregado a las múltiples responsabilidades en el hogar'. 

Para Vos, las políticas públicas tienen que hacer una revisión exhaustiva de las nuevas necesidades que se avecinan como estrategias de equidad. 

'Una propuesta es fortalecer proyectos empresarios para las mujeres agricultoras con sostenibilidad en el tiempo, la búsqueda de rutas de comercialización de sus productos. Esto para el Caribe colombiano tiene especial vigencia. Es decir, debe haber una revisión de los espacios laborales donde intervengan tanto el capital público y privado para darle sostenibilidad a proyectos de emprendimiento'.

Destaca además que mejorar el acceso a la educación y cualificación de las mujeres es de vital importancia para potenciar su autonomía. Del mismo modo, asegura que el uso de las tecnologías podría ser de gran ayuda para la creación de nuevos empleos. 

'Las nuevas tecnologías serán otro campo de competencia en donde no solo deben existir ciclos de capacitaciones, sino proyectos de emprendimiento para nivelar en el Caribe colombiano el atraso en las tecnologías porque este es capaz de abrir posibilidades de empleo. Pero también hay un aspecto muy importante y es la transformación de la cultura machista en donde la igualdad también se construye desde el hogar y esto implica la vinculación de todos los integrantes de la familia a la sostenibilidad del hacer doméstico para que las mujeres puedan vincularse de forma eficiente al mercado laboral'.

Desigualdad

La secretaria de la Mujer y Equidad de Género del Atlántico, Doris Bolívar, señala que la desigualdad de género es un tema estructural muy arraigado en nuestra cultura y por ende implica un esfuerzo de los estados, las organizaciones y la sociedad civil para disminuir las brechas de desigualdad. 

'Las brechas que vivimos hoy y que eran mucho más amplias en años pasados son una desventaja para el desarrollo de nuestra gente y sus territorios. La tarea se hace desde los gobiernos; sin embargo, siempre hay que correr la milla extra y hacer un mayor esfuerzo. Esta milla extra hay que darla con presupuestos sensibles al género, ya que eso nos permitirá llegar a las zonas más apartadas y una vez allí tenemos que entrar a las nuevas generaciones, pero con las familias involucradas en el proceso'. 

Bolívar señala que penetrar con este mensaje en los hombres es indispensable porque la igualdad de género también les beneficia. 

'Tenemos que conectarnos todos con el tema y una vez transitando en el bus de la equidad nadie se va a querer bajar, pues nuestra cultura también ha generado en los hombres un rol que a muchos les cuesta', afirma.