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Hace 10 años Alfredo Jiménez López, recibió una noticia que lo impactó mucho a él y a su familia: fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson.

Confiesa que había comenzado a experimentar movimientos lentos, el brazo derecho se le ponía rígido y a veces le temblaba la pierna.

Este hombre de 66 años, de cabello negro y tez blanca, residente en la localidad Altos de Riomar, en Barranquilla, hoy reflexiona sobre su condición y con voz firme sostiene que lo que para muchos puede ser una situación adversa, él lo convirtió en la oportunidad perfecta para explorar sus talentos ocultos.

A raíz de las recomendaciones que le realizaron algunos neurólogos este ingeniero industrial que laboró durante 30 años en el Cerrejón y por cinco años en Cerro Matoso, Córdoba, descubrió que era bueno para la escritura, al punto que ya ha publicado tres libros: Cotorradas, Cavilaciones, Confieso que he leído. Actualmente trabaja en uno más al que titulará Viaje al corazón de mi madre.

También tomó clases de piano, aprendió a hablar francés y se inscribió en la academia de danza liderada por la maestra Gloria Peña para aprender a bailar.