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El glaucoma es un 'ladrón silencioso' que le está robando la visión a más de 78 millones de personas alrededor del mundo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad es la segunda mayor causante de ceguera en el planeta.

La oftalmóloga Adriana Quintero explica que el líquido intraocular en condiciones normales circula dentro del ojo y va saliendo, pero cuando no es así y este se acumula aumenta la presión causando daños irreversibles.

Cuando la presión dentro del ojo aumenta, el nervio que manda las imágenes al cerebro se va lesionando. Eso fue lo que le sucedió a Benjamín Ramírez, un hombre de 35 años residente en Santa Marta.

Benjamín indica que su primer diagnóstico lo recibió a los 31 años. Todo empezó cuando su ojo izquierdo comenzó a nublarse, sucedía con más frecuencia cuando practicaba actividad física.

'Cuando entraba en reposo, empezaba a ver una especie de humo, pero de forma diferente a cuando la vista está empañada. Era como si hubiese bajado neblina de algún lugar, también veía halos de colores', recuerda.

Al percatarse de que esta situación no era normal decidió acudir a un oftalmólogo para que le explicara por qué le estaba sucediendo eso. El especialista le dijo que tenía una catarata y le recomendó que lo visitara una vez al año.

Los síntomas persistían, razón por la que optó por viajar a Barranquilla para escuchar otras opiniones. 'Cuando llegué me dijeron que se me estaba subiendo la presión del ojo y me mandaron unas gotas que hicieron efecto solo al principio'. Después de un tiempo las molestias continuaron. Ahora ya no solo tenía que lidiar con la catarata, sino con una presión intraocular superior a la normal.

La especialista en glaucomas Adriana Quintero explica que los valores promedios oscilan de 10 a 20 mm hg (milímetros de mercurio), Benjamín registraba 50 mm hg.

Su presión intraocular no se normalizaba por lo que los médicos empezaron a hablar de intervenirlo quirúrgicamente. Un procedimiento que debía ser milimétrico porque a las molestias que ya registraba tenía que sumarle que padecía de uveítis, es decir, de inflamación de la córnea.

 'Aunque todo esto me alarmó, no le presté la atención debida', recuerda el samario.