Aunque en los últimos 15 años se han evidenciado avances significativos en el tratamiento de la Artritis Reumatoide (AR), esta es una patología que sigue siendo preocupante por las implicaciones que tiene para el paciente en sus actividades diarias.
La AR es una enfermedad autoinmune sistémica, que afecta las células sanas y lleva a que el paciente presente dolor e inflamación de diferentes articulaciones en manos, pies, rodillas, hombros, codos, entre otros, con dificultad para el movimiento.
De acuerdo con la Médica Reumatóloga María Constanza Latorre, los síntomas más significativos de la AR son: dolor e inflamación de las articulaciones, especialmente en las mañanas después del reposo prolongado (el sueño en la noche), y particularmente en manos y pies, y tiende a mejorar con la actividad física, generalmente acompañada de sensación de rigidez, que mejora en el transcurso del día.
Esta es una enfermedad que afecta en su mayoría a las mujeres, en una proporción de cinco a uno frente a los hombres, y 'aunque puede presentarse en cualquier época de la vida, en nuestro país la edad promedio en la que estamos haciendo el diagnóstico es a los 36 años', señala la experta.
Además del compromiso articular, la experta indica que la AR puede presentar manifestaciones a nivel cutáneo, pulmonar, cardiovascular, renal y puede estar asociada a otras patologías como la artrosis, osteoporosis y algunas enfermedades cardiovasculares como problemas cardíacos, hipertensión, diabetes, entre otras.
De ahí, dice la médico Latorre, la importancia del manejo integral con equipos interdisciplinarios, la participación activa del paciente durante el tratamiento y el seguimiento de las recomendaciones médicas para evitar complicaciones articulares o en el organismo.
'Dicho tratamiento integral e interdisciplinario incluye medicinas, fisioterapia, ejercicio, nutrición balanceada, grupos de apoyo y en algunos casos cirugía. Un tratamiento contundente y oportuno para este tipo de artritis con nuevas categorías de fármacos, puede ser muy útil en el objetivo de moderar la destrucción de la articulación y prevenir deformidades', añade la especialista.
La literatura científica indica que el diagnóstico temprano y el acceso a tratamientos apropiados son claves para controlar el progreso de la enfermedad.
Actualmente las personas con AR cuentan con alternativas terapéuticas que se enfocan en: controlar el dolor, reducir la inflamación, detener o retrasar el daño articular y mejorar las funciones y el bienestar del paciente.
La Médica Reumatóloga María Constanza Latorre, concluye que una vez el paciente es diagnosticado, es importante que siga al pie de la letra el tratamiento que ordene su médico.
'El seguimiento de estas indicaciones incide en gran medida en la disminución de síntomas como dolor e inflamación, evitar la progresión de la enfermedad y poder llevar una calidad de vida óptima en la que se facilite la posibilidad de realizar actividades de la vida personal y laboral de la mejor forma', asegura.