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La toma de posesión que se celebrará hoy en Washington (Estados Unidos) dará fin a un ciclo pre y poselectoral cargado de amenazas, confrontaciones, escándalos y mensajes que no solo fueron difundidos mediante los discursos escritos en papel, sino a través de una serie de elementos del vestuario que directa o indirectamente se convirtieron en símbolos y manifiestos políticos.

Los tapabocas, por ejemplo, jugaron un gran rol como banderas de ambas campañas. Mientras los demócratas insistían una y otra vez en usar la mascarilla y asistir a las correrías en automóviles, los republicanos hacían todo lo opuesto. Fue entonces cuando portarla y no hacerlo hablaba de quién eras, en qué creías y en todo caso, por quién votarías.

Pero ese no fue el único elemento protagónico, ya que de parte y parte diversas prendas de vestir se convirtieron en insignias de las campañas y sus líderes, como los lentes aviadores que acompañaron a Joe Biden durante sus correrías y que, según él, ha usado toda su vida.

No es de extrañar que el uso de este estilo de gafas, que tuvo también su momento como artículo popular entre adolescentes, pretenda dar un aspecto juvenil a Biden, teniendo en cuenta que muchos de sus objetos y actitudes buscan emular una imagen vigorosa, como entrar trotando antes de dar un discurso.

Por otro lado, está la singular gorra roja de Trump. A mediados de 2020, el hoy expresidente volvía a los escenarios después de tres meses de ausencia, debido a las restricciones por la pandemia. Lo que sería una ola de asistentes, según el republicano, terminó siendo un balde de agua fría, ya que solo 6.200 personas hicieron presencia. La imagen de un Trump desencajado, con la corbata suelta y la gorra empuñada se convirtió de una vez en el retrato de su derrota tanto en aquel mitin como en las elecciones en general.

Durante el día de las votaciones, también se viralizó en redes sociales la imagen de una mujer ejerciendo su derecho al voto y usando una chaqueta con un estampado que decía 'Realmente me importa, así que voto'. La prenda era una respuesta contundente a la parka que usó Melania Trump años atrás en una visita a un centro de detención de niños migrantes, en Texas, y que decía 'Realmente no me importa, ¿y a ti?'.

Por último, siempre se ha hablado del activismo intrínseco en el vestir de Kamala Harris, la futura y primera vicepresidenta de Estados Unidos, por eso no es extraño que, llegado el día de aceptar su victoria, decidiera llevar puesto un traje blanco que le hacía honor al movimiento de las sufragistas.

El vestido estuvo respaldado de un fuerte discurso que dedicó en gran parte a las mujeres que han labrado el camino para la representación de la mujer en la política. 

'…Pero, aunque pueda ser la primera mujer en esta oficina, no seré la última porque cada niña que mira esta noche ve que este es un país de posibilidades', declaró Harris.

En resumen, una campaña plagada de mensajes, manifestaciones visuales, discursos ocultos y otros más explícitos que deja en claro que el vestir es cuestión de política.