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En el discurso inaugural de los llamados “cabildos abiertos”, celebrado en el Paseo Bolívar de Barranquilla, el pasado martes en la noche, el presidente Gustavo Petro lanzó una frase que disparó las alarmas no solo de sus opositores, sino de quienes han defendido y promovido desde siempre los valores democráticos en el país. “Estoy dispuesto a ir hasta donde el pueblo decida”, exclamó Petro, desubicado y balbuceante, mientras trataba de mantener el equilibrio en la tarima, aferrándose al micrófono.

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Petro olvida que en su caso el pueblo ya decidió, en cumplimiento de los principios constitucionales que fijan el periodo presidencial en Colombia. En efecto, está establecido que el periodo presidencial de Petro termina el 7 de agosto del 2026. Ni un día antes, ningún día después. Por consiguiente su obligación no puede ser otra que la de respetar esa voluntad soberana del pueblo. Toda iniciativa de su parte, que pretenda ampliar o perpetuar su permanencia en la Casa de Nariño, será inconstitucional y antidemocrática.

Pretender abrir ahora la posibilidad de que el pueblo decida sobre lo que ya decidió es extralimitarse en sus funciones, pero –sobre todo– es desconocer el mandato constitucional de quienes llevaron a Petro a la Casa de Nariño. Se trataría -por supuesto- de una inaceptable ruptura institucional.

Por todo lo anterior resulta particularmente llamativo el deseo de Petro de convocar una “huelga indefinida”, aunque cuidándose de dejar esa responsabilidad en cabeza de las organizaciones sindicales y sociales, que lo respaldan. Es la primera vez en la historia del país que un gobierno convoca y promueve una huelga general para desconocer decisiones adoptadas por otras ramas del poder público, en este caso el Senado de la República, que decidió hundir la llamada consulta popular que se ocupaba de asuntos laborales.

La decisión autónoma y soberana de los congresistas desató la ira de Petro y sus ministros, quienes insisten en desconocer la voluntad del Legislativo, expresada en la plenaria del Senado. En lugar de acatar la decisión de la mayoría de los senadores del país, Petro no solo puso en entredicho el resultado de la votación -al denunciar un presunto fraude que habría sido orquestado por el presidente del Senado, Efraín Cepeda- sino que desafió abiertamente la separación de poderes, que es principio rector de toda democracia.

¿Cuáles son los verdaderos alcances de la huelga general convocada por Petro y respaldada por las organizaciones sindicales y sociales del país?

Presidente, tranquilo: nadie está pensando en quitarle la pala

“Si toca ir a la huelga indefinida, el presidente no se opondrá y los apoya. Y si me tumban por ello, estalla la revolución en Colombia”. Esta amenazante frase pronunciada por Petro en el Paseo Bolívar de Barranquilla, al pie de la estatua ecuestre de Simón Bolívar y bajo un grafiti que anuncia “todo el poder pal pueblo”, acompañado del símbolo comunista de la hoz y el martillo, dice mucho de los verdaderos alcances de los llamados cabildos abiertos y de la huelga indefinida, ambos eventos promovidos por Petro. Como si no tuviera nada que ver con la huelga indefinida, Petro se lava las manos al afirmar que “si toca ir…”, cuando es su gobierno el que fomenta la huelga.

En su delirante discurso, Petro alertó sobre la “revolución” que estallaría si lo llegan a “tumbar” por respaldar la huelga indefinida. Que alguien le diga que su responsabilidad es terminar su mandato y cumplir lo que prometió. Nadie está pensando en tumbarlo, ni mucho menos en desatar la revolución en el país. Nadie está pensando en quitarle la pala. ¡Qué se olvide! El acabose nacional es todo suyo. Bien puede sentirse orgulloso de ello. Punto.

El lenguaje grosero en nada contribuye a generar espacios de reflexión y tolerancia

El presidente Petro debe reflexionar sobre su papel como Jefe del Estado colombiano. Su obligación es gobernar para todos, no solo para quienes votaron por él. Petro no es únicamente el presidente del Pacto Histórico y de sus aliados políticos. Generar consensos y buscar acuerdos hace parte de sus obligaciones como gobernante. Respetar la independencia y autonomía de los demás poderes no es una opción, sino una obligación.

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Buena parte de la crispación y la polarización nacional obedece a su discurso intolerante y ofensivo contra aquellos que piensan distinto. Su lenguaje altanero y grosero, basado en la descalificación de sus adversarios, poco contribuye a generar espacios de diálogos y conciliación. No es así como se construye una sociedad incluyente y tolerante desde el ejercicio del poder.

Las huelgas indefinidas se hacen contra los gobiernos, para tumbarlos no para perpetuarlos

Las huelgas indefinidas se hacen para tumbar gobiernos, no para respaldarlos, ni mucho menos para perpetuarlos. Así ha sido siempre. En Colombia, durante el gobierno de Rojas Pinilla, por ejemplo, una huelga general indefinida puso fin a su dictadura. Pero ahora con Petro en la Presidencia, es la primera vez que un gobierno convoca y promueve una huelga indefinida para que lo apoyen, quienes desde un comienzo lo respaldan. Sindicatos y organizaciones sociales en su inmensa mayoría están con Petro desde sus tiempos de candidato. Pero son organizaciones sindicales minoritarias, que no representan la inmensa mayoría de trabajadores formales del país. Sus dirigentes hacen parte de élites sindicales que por años han disfrutado de privilegios ajenos a la inmensa mayoría de trabajadores nacionales.

La informalidad en Colombia es creciente y mientras el gobierno insista en partirle el espinazo al sector productivo será mayor. Los sindicatos que están felices con Petro -que serían el soporte de la huelga indefinida- no interpretan ni el sentir ni los deseos de millones de jóvenes, quienes quisieran disponer -por ejemplo- de una mayor flexibilidad laboral.

¿Cómo reconocer la autoridad de alguien que actúa por fuera de la Constitución?

Como cada día que pasa Petro corre un poco la cerca, en lo que tiene que ver con sus limitaciones constitucionales, entonces distintos dirigentes políticos nacionales se ven obligados a advertir sobre los graves riesgos que hay detrás de cada anuncio o declaración del Presidente de la República.

El discurso de Barranquilla, incluyendo su respaldo a la huelga indefinida, llevó al ex presidente César Gaviria a decirle: “Señor Presidente, si intenta imponernos una Constitución paralela a la de 1991, nos veremos en la obligación de desconocer su autoridad como Jefe del Estado”. Contrario a lo que dice Petro -que se trata de un llamado a la sedición, por parte de Gaviria- lo que advierte el ex presidente es que si Petro decide actuar por fuera de la Constitución de 1991, entonces nos veríamos obligados a desconocer su autoridad como Jefe del Estado. Y tiene razón: ¿como reconocer la autoridad de alguien que decide actuar por fuera de la Constitución? Lo que Gaviria le dice a Petro es muy simple: Por dentro de la Constitución, todo. Por fuera de la Constitución, nada. Petro no da tregua en su afán por graduar de sediciosos a sus opositores. Ya van dos: su ex canciller Álvaro Leyva y ahora el ex presidente César Gaviria.