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No hay que hacer muchas elucubraciones para saber lo que nos espera una vez Irene Vélez asuma como nueva directora de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), entidad fundamental para el otorgamiento de licencias ambientales que permitan la ejecución de nuevos proyectos de infraestructura en el país, así como la exploración y explotación de recursos naturales. La gestión de Vélez al frente de la Anla será tan desastrosa y funesta como lo fue su paso por el Ministerio de Minas y Energía, desde agosto del 2022 hasta julio del 2023.

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Cuando Gustavo Petro designó a Vélez como ministra de Minas y Energía, una vez posesionado como presidente de la República, le asignó la tarea de liderar la llamada transición energética, que busca que el país no dependa de la economía extractivista, sino que promueva el uso de las llamadas energías limpias. Es decir, que Colombia en muy pocos años deje de depender del petróleo y sus derivados y se consolide en el uso de energías amigables con el medio ambiente, como las eólicas y solares.

Nada de eso ocurrió. Todo lo contrario: Vélez acabó con lo poco que se había avanzado en esa materia durante el gobierno de Iván Duque, quien inició la transición energética del país.

La ministra Vélez –guiada por un fundamentalismo ambiental, carente de rigor técnico y científico– inició una cruzada demencial contra el sector productivo energético hasta el punto de llevar al país a tener que importar gas, cuando somos uno de los mayores productores de la región. La actual situación que atraviesa el país en esa materia tiene nombre propio: Irene Vélez Torres.

La aplicación a rajatabla de su “modelo de decrecimiento” en el sector minero y energético tiene al país a punto de comprar gas a Catar, luego de que fuera descartada la importación desde Venezuela, como era el interés tanto de Petro como de la entonces ministra de Minas y ahora flamante directora de la Anla.

Como ministra de Minas y Energía, Irene Vélez impuso su sesgo ideológico por encima de valoraciones técnicas, propias de su cartera. Su miopía y mezquindad –que se tradujo en el despido de funcionarios expertos en cargos valiosos para la buena marcha del ministerio, como la Agencia Nacional de Minería (ANM), el Servicio Geológico Colombiano (SGC) y la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH)– llevó al país a ser dependiente en un sector donde habíamos sido autosuficientes. Quienes llegaron a dichas dependencias de la mano de Vélez no solo carecían de la experiencia necesaria, sino que habían sido particularmente hostiles con quienes han estado al frente de uno de los renglones estratégicos de la economía nacional. El ‘huracán Irene’ arrasó con todo.

Con estos antecedentes resulta por lo menos llamativo que Petro le asigne la tarea a la nueva directora de la Anla de rescatar los proyectos de parques eólicos en La Guajira, sepultados hoy por cuenta de la improvisación y la desidia del Gobierno nacional.

Miles de millones de dólares –provenientes de multinacionales europeas y estadounidenses– están abandonados en el desierto por cuenta –entre otras– de las múltiples trabas impuestas por políticos de la región, comunidades indígenas y la propia Anla. Es esta entidad la que se ha atravesado como mula muerta, para que decenas de proyectos de infraestructura –que generarían miles de empleos y traerían desarrollo sostenible a varias regiones del país– hoy se encuentren “empantanados” o paralizados. Tal es el caso de las obras del canal del Dique, la exploración del pozo Komodo-1 en Santa Marta y la ampliación de la Autopista Norte de Bogotá, entre otros.

¿Qué esperar de Irene Vélez como nueva directora de la Anla?

¿Qué pasó con las investigaciones contra la exministra Irene Vélez?

Cuando en julio de 2024 Irene Vélez renunció al Ministerio de Minas y Energía argumentó: “Para evitar que las investigaciones en mi contra interfieran con la ejecución del programa de gobierno”. ¿Cuáles investigaciones? Fundamentalmente dos: una de la Procuraduría General de la Nación por el “presunto uso irregular de su cargo para influir ante un agente de Migración Colombia”, con el fin de que permitiera la salida del país de uno de sus hijos, sin en el cumplimiento de los requisitos legales exigidos. Al parecer, Vélez –siendo ministra de Minas– se habría comprometido ante Migración Colombia a hacer llegar las autorizaciones respectivas para la salida del menor del país. La entonces ministra habría incurrido en un presunto “tráfico de influencias”. Y la otra indagación tenía que ver con la adjudicación de un contrato por cerca de 130 millones de pesos a su esposo –el neerlandés Sjoerd Van Grootheest– a través del Fondo Colombia Paz. ¿Qué pasó con esas investigaciones? ¿Fueron archivadas? ¿Están vigentes? ¿Lo que antes le impedía continuar en el Ministerio de Minas ya no le impide ser directora de la Anla? Bueno saber en qué están dichos procesos.

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¿Es legal que el padre de la directora de la Anla haga parte de la junta de Ecopetrol?

El próximo 28 de marzo se celebrará la Asamblea de Ecopetrol, donde podría elegirse la nueva junta directiva de la empresa más grande del país. En la plancha del Gobierno está incluido el nombre de Hildebrando Vélez Galeano, padre de la ex ministra de Minas y recién designada directora de la Anla, Irene Vélez. Vélez Galeano es uno de los mejores amigos de Petro y es considerado uno de sus mejores consejeros. ¿Es legal que el padre de la directora de una de las entidades que define la suerte de varios proyectos de infraestructura, así como de las exploraciones y explotaciones petroleras del país haga parte de la junta de Ecopetrol? ¿Existe algún impedimento legal en ambas vías: tanto para el padre como para la hija? Uno de los tantos proyectos en los que Ecopetrol tiene intereses y que depende de conceptos de la Anla es el de Komodo-1 en Santa Marta, cuya suerte está ligada a la licencia ambiental de la Anla: ¿podrá pronunciarse la exministra Vélez con absoluta libertad o deberá declararse impedida, precisamente por su relación directa con uno de los miembros de la junta de Ecopetrol, en este caso su padre? Estas preguntas necesitan respuestas claras y contundentes.

Irene Vélez no reunía requisitos para ser ministra, ni tampoco los reúne para dirigir la Anla

Durante el gobierno de Gustavo Petro terminó por imponerse lo que siempre combatió en su calidad de político opositor: nombrar en cargos estratégicos del Estado personas cuyo mayor mérito es ser amigos del presidente. Irene Vélez no reunía los requisitos para ser ministra de Minas, ni tampoco los reúne para ser directora de la Anla. Punto. Su falta de idoneidad, conocimiento y experiencia para estar al frente de un ministerio eminentemente técnico se tradujo en la difícil situación que hoy atraviesa el sector. Igual sucederá con Vélez al frente de la Anla. Nada hace pensar que lo que la llevó al fracaso absoluto en el Ministerio de Minas la puede catapultar al éxito rotundo en la Anla. Su designación es producto más de la obstinación y terquedad de Petro que de sus calidades profesionales o su experiencia. Vélez tampoco reunía –obviamente– los requisitos para ser cónsul general en Londres. Allá llegó buscando escampadero ante el escándalo desatado en Colombia, por cuenta de su mediación ante Migración Colombia –en su calidad de ministra– para la salida de uno de sus hijos del país y por cuenta de los millonarios contratos de su esposo.

La Anla debe ser aliada de los grandes proyectos de infraestructura

En el caso de la designación de Irene Vélez como directora de la Anla, la pregunta que surge es la siguiente: ¿no hay nadie en el país con la idoneidad necesaria para dicho cargo? ¿No existe en el Pacto Histórico alguien que cumpla con buena parte de dichos requisitos? La importancia medioambiental y estratégica de la Anla es enorme, porque de sus conceptos y licencias depende el desarrollo sostenible del país. Sin licencia ambiental la ejecución de los proyectos de infraestructura se paraliza y por consiguiente se frena la economía y se afectan las comunidades. La Anla debería ser aliada de los proyectos de infraestructura y no su enemiga. Ojo: ser aliada no significa ser cómplice. Ver a quienes desarrollan multimillonarios y ambiciosos proyectos de infraestructura como enemigos –que es lo que sucede con Petro– es un grave error. Las vías hay que construirlas, los puentes hay que construirlos, las hidroeléctricas hay que construirlas, los túneles hay que construirlos, los aeropuertos hay que construirlos, los puertos hay que construirlos. Si no se construyen en este gobierno, será en el siguiente. Pero se construirán. Gústele o no a Petro y a Vélez. Punto.