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En la medida que crece el escándalo de corrupción en la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo y Desastres (Ungrd), en el que estarían involucrados ministros del actual gobierno, así como exfuncionarios de absoluta confianza del presidente Petro y varios congresistas, el jefe del Estado radicaliza más su postura en la defensa no solo de su gobierno, sino en particular del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, hombre de su absoluta confianza.

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Petro considera que Bonilla es una persona honesta, que “no hace negocios para ricos” y que le tocó pagar la deuda de Iván Duque, con la que subsidió a los ricos, según Petro. Tanto en sus intervenciones en público, así como en sus trinos en su red X, el mandatario sostiene que es víctima de una campaña en su contra, orquestada por los “corruptos que denuncié”.

Pero –más allá de la defensa en tono virulento que asumió Petro de su ministro de Hacienda y de su gobierno– lo cierto es que las revelaciones de Olmedo López –tanto en la Fiscalía como las recientes en la Corte Suprema de Justicia– dejan muy mal parados tanto al ministro Bonilla como a sus asesores, al igual que a otros miembros del gabinete.

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El argumento según el cual todo lo que ahora se denuncia sucedía igual en otros gobiernos no puede servir de excusa al Gobierno, entre otras razones porque Petro prometió que ese tipo de actos de corrupción no ocurrirían durante su mandato. El “cambio” ofrecido por Petro consistía –precisamente– en que funcionarios de su gobierno no se verían envueltos en escándalos de corrupción, que es lo que sucede con los multimillonarios recursos de la Ungrd, destinados –al parecer– para comprar congresistas.

En su vehemente defensa de su gobierno, Petro ha incurrido en imprecisiones y en afirmaciones carentes de veracidad. No es cierto –por ejemplo– que Petro “echó” a Olmedo López, una vez se desató el escándalo. Todo lo contrario: lo defendió en plaza pública, cuando fue sancionado por la Contraloría General y la Procuraduría abrió investigación en su contra. Cuando el escándalo escaló mucho más –por cuenta de las investigaciones periodísticas– Olmedo “renunció”. Es decir, salió de la Ungrd por su propia voluntad y no “echado”, como de manera equivocada sostiene Petro.

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Ya es hora de que Petro asuma su responsabilidad en los graves hechos denunciados en la Ungrd. Su responsabilidad política es evidente, por cuanto fue él quien designó a su amigo y compañero de luchas en el M-19 Olmedo López como director de esa entidad. El propio Petro lo reconoció recientemente: “El jefe de Olmedo era yo”, afirmó Petro en una de sus intervenciones públicas.

En algunos de sus más recientes trinos, relacionados con el escándalo en la Ungrd, Petro falta a la verdad y hace afirmaciones imprecisas o inexactas. Veamos: