Son muchos los retos que esperan al Gobierno a partir de mañana primero de enero del 2024. Con el abrazo del Feliz Año Nuevo que nos demos esta noche, comienza el que ha sido pronosticado como el año más difícil del gobierno de Gustavo Petro, en especial en materia económica.
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Aunque el desafío económico será monumental en este 2024 que está por comenzar, el presidente Petro también tendrá grandes retos en materia de paz y reconciliación nacional, seguridad y orden público, así como en la lucha contra la corrupción, frentes en los que el Gobierno ha sido deficitario hasta el momento.
El año que termina fue dominado por la incertidumbre, el desánimo empresarial y el pesimismo social. Los colombianos terminamos el 2023 tirados en el diván, con las caras largas y muertos de susto con el año que comienza. Sectores fundamentales de la economía nacional, como infraestructura, vivienda, hidrocarburos, salud y pensiones, entre otros, estuvieron dominados por el pánico, que al final se tradujo en una gran parálisis. Y el único responsable de ello fue el Gobierno, con el presidente Petro a la cabeza. Petro se encargó con sus anuncios fatalistas y rimbombantes de inyectarle pesimismo, incertidumbre y pánico al sector productivo nacional.
El crecimiento apenas cercano al 1 por ciento es prueba irrefutable de la forma errática como Petro manejó la economía. La precaria cifra de crecimiento del año que termina contrasta con la del 2022, que estuvo por encima del 7,5 por ciento, a pesar del coletazo que nos había dejado la pandemia.
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En materia política el panorama no es menos desalentador. ¿La razón? La suerte de las reformas del Gobierno depende del comportamiento de los congresistas, quienes suelen ser pragmáticos y calculadores a la hora de respaldar a los gobiernos de turno. Todo depende del tamaño del tarro de mermelada.
En materia legislativa –para el Gobierno– el año que termina fue desastroso. No logró sacar adelante ninguna de sus reformas estructurales. La reforma a la salud –su gran apuesta– se tragó toda la legislatura y no logró su aprobación, pese a los grandes esfuerzos de los ministros –y del propio Petro– por aceitar su maquinaria. Las otras reformas –pensiones, laboral, justicia y política, entre otras– navegan en un limbo legislativo y muchas de ellas con pocas probabilidades de éxito.
A ello hay que sumarle el panorama electoral que se avisora. Para decirlo en plata blanca, el próximo año comienzan a lanzarse al agua los primeros 'patos presidenciales' y ello hará que muchos congresistas comiencen a pensar más en el 2026 que en el 2024. Y ello haría mucho más traumático el tránsito de las leyes por el Congreso de la República.
¿Cómo será el 2024? Veamos:
Política: ¿arranca desde ya la campaña presidencial del 2026?
En Colombia, de los cuatro años de gobierno de un presidente, el primero suele ser de aprendizaje y el último es un año electoral, en el que los colombianos piensan mucho más en el mandatario que llega que en el que se va. De manera que todos los presidentes tienen –en realidad– dos años para mostrar obras y ejecuciones.
Sin embargo, es bastante probable que 'los años electorales' de Petro sean dos y no uno: el que empieza mañana y el siguiente. La campaña presidencial del 2026 será la más larga de la historia, por cuenta de que la apuesta por Petro salió peor de lo que se pensaba. Punto.
La desaprobación superior al 64 por ciento en algo más de un año de gobierno indica que el presidente tiene muy pocos ahorros en su cuenta de respaldo popular, lo que no deja de ser llamativo si se tiene en cuenta que todavía falta el 'año del sol a las espaldas', que es el de mayor desgaste en materia de popularidad. Así las cosas, el próximo año tendremos 'presidenciales' ocupando titulares de prensa y buscando posicionarse desde ahora para el 2026.
Corrupción: menos peleas y más resultados contra los delincuentes
El talante camorrero de Petro lo llevó a enfrentarse con quienes deben ser sus aliados institucionales a la hora de luchar contra la corrupción. Nadie le pide al presidente que sea el mejor amigo de fiscales y procuradores. Pero los colombianos sí esperan del presidente de la República un trabajo armónico y una estrecha colaboración con quienes desde el Estado están al frente de la lucha contra la corrupción.
Petro decidió, sin embargo, asumir una postura hostil y confrontacional tanto con la procuradora general, Margarita Cabello Blanco, como con el fiscal general, Francisco Barbosa. En algunas oportunidades los términos empleados para referirse a ambos fueron irrespetuosos y agresivos. Y en el caso de la procuradora general, Petro asumió posturas displicentes y hasta misóginas. En el año que termina, el gobierno de Petro tiene muy poco que mostrar en materia de lucha contra la corrupción, que fue una de sus principales banderas en la campaña presidencial.
Ojalá que el 2024 no sea otro año perdido en ese frente.
Paz total y orden público: ¡presidente, ponga fin a la mortandad de colombianos!
La paz total naufraga en un mar de incertidumbre. Punto. En el año que termina el Gobierno no tiene un solo logro que mostrar. Ni uno solo. Los jefes del ELN insisten en que no dejarán de secuestrar, mientras Petro –desconcertado y dubitativo– ya no sabe qué ofrecerles: ahora le pide 'al pueblo' que diga qué hacer con el ELN, como si ese no hubiera sido uno de sus compromisos de candidato presidencial. 'Si yo llego a la Presidencia, en tres meses acabo con el ELN, porque dejaría de existir', declaró cuando aspiraba a la Casa de Nariño.
Ahora que llegó al palacio presidencial no sabe qué hacer con ese grupo guerrillero. El Cauca está en manos de alias Iván Mordisco, que se pasea como Pedro por su casa, sin que el Ejército Nacional ni la Policía hagan algo por impedirlo. El 2023 termina con 96 masacres y 180 líderes sociales asesinados. ¡Una monstruosidad! La obligación de Petro en el nuevo año es poner fin a esta mortandad de colombianos. También es su obligación constitucional reducir el número de secuestros y extorsiones, que también se dispararon en el año que termina, según información del propio Ministerio de Defensa.
Economía: crecer muy por encima del paupérrimo 1 por ciento
El estudio de fin de año de Fedesarrollo, que suele ser siempre optimista, cualquiera sea el gobierno de turno, proyecta un crecimiento de la economía del próximo año algo superior al 1,7 por ciento. Es decir, tan solo un poco por encima del alcanzado el año que termina. Pero dicho crecimiento sigue siendo paupérrimo, comparado con años anteriores, donde este indicador llegó a rondar el 20 por ciento, en algunos casos.
Si los sectores que mueven la economía, que son los que generan la mayor cantidad de empleos, como infraestructura, vivienda y comercio, entre otros, siguen paralizados –por cuenta de los anuncios de Petro– no hay manera de que el crecimiento nacional se aleje del precario 1 por ciento. Y ello se traducirá, necesariamente, en más desempleo, más informalidad, más pobreza y más miseria, que es –justamente– lo que Petro dice que combate.
El desánimo que acompaña a otros sectores vitales de la economía, como el de hidrocarburos, el gran aportante a las arcas de la Nación, tampoco contribuye a inyectarles optimismo a los resultados económicos que se esperan para el año que comienza mañana.



















